EDITORIAL
Prudencia y normalización
Con la entrada en fase 3 del llano de Lleida y el área metropolitana de Barcelona iniciamos la recta final de la alarma generada por el coronavirus que concluirá después de tres meses a las cero horas de este domingo. Será un paso importante sobre todo para empresas del comercio y la hostelería, que ven suavizadas las restricciones, pero también psicológicamente porque representa un avance hacia la normalización de las actividades económicas y cotidianas, de salida de la cuarentena, de empezar a recuperar el trabajo presencial y también disfrutar del ocio después de tres meses de angustia. Hay que empezar a perder el miedo y ser conscientes de que tendremos que convivir con el coronavirus porque no desaparecerán los casos de la noche a la mañana, seguirán habiendo contagios y tendremos que mantener las medidas de seguridad e higiene. Hay que aprender a recuperar la normalidad con prudencia, sin que la restauración de la movilidad se traduzca en una estampida desde las capitales hacia las playas y las zonas rurales, sin que el inicio del verano y la noche de Sant Joan se conviertan en fiestas multitudinarias y verbenas masificadas, sin bajar la guardia porque todos los sacrificios hechos hasta ahora y todo lo avanzado pueden quedar en nada si tenemos un rebrote de la epidemia. El ministro de Sanidad advirtió ayer que en caso de nuevas oleadas de contagios habrá que volver a decretar el estado de alarma y el mejor toque de atención para no caer en los mismos errores es ver la situación generada en Pekín por nuevos casos tras considerar que habían superado la epidemia. Desgraciadamente, hasta que llegue la vacuna, y según los expertos, aún tardará, la llamada “nueva normalidad” tendrá que estar marcada por la prudencia, por el mantenimiento de la distancia física y por extremar los usos higiénicos compatibilizada con el trabajo habitual y los hábitos sociales controlados, porque no podemos arriesgarnos a que un porcentaje de inconscientes arruine el trabajo de tantos que hemos actuado con responsabilidad. La posibilidad del rebrote existe y hay que trabajar ahora para que no se repita la historia del primer trimestre en que nos cogió sin el material sanitario necesario y sin haber adecuado las instalaciones. Para evitarlo, los epidemiólogos han insistido en que hay que minimizar riesgos, detectar los casos, vigilar su expansión y apelar a la responsabilidad social y colectiva. Que así sea.