EDITORIAL
Alerta máxima ante los rebrotes
El ministerio de Sanidad informó ayer de dos muertes por Covid-19 en 24 horas, elevando el total de fallecidos oficiales desde el inicio de la pandemia a 28.327, que en realidad son muchos más, puesto que en este cómputo solo están los que fueron confirmados con pruebas PCR y, como todo el mundo sabe, en el mes de marzo y abril estos análisis se hacían con cuentagotas, ya que no había suficiente para los numerosos contagiados. De hecho, hasta día de hoy no se está generalizando esta analítica. En cuanto al número de casos, las cifras casi se duplican frente a las de anteayer: mientras que el martes se notificaron 108 nuevos diagnósticos, el miércoles se añadieron 196 contagios, llegando a un total de 247.086, cifra también por debajo de la realidad, ya que al incrementarse las pruebas salen a la luz muchos casos de asintomáticos que hasta ahora no formaban parte de ninguna estadística. En nuestras comarcas, estos rebrotes generalizados nos tienen en vilo permanente, puesto que son muchos los focos a tener en cuenta. Primero, los temporeros y su movilidad. No es ningún secreto que muchos de los trabajadores del campo que recogen fruta o trabajan en centrales de las comarcas de la Franja aragonesa duermen en varias localidades de Lleida, incluida la capital, y van y vienen cada día, con el riesgo que ello comporta de expansión del virus. Las administraciones catalanas y aragonesas ya advirtieron el lunes y martes de que estas prácticas deben cesar porque es imposible controlar los contagios con tanto flujo. En segundo lugar, los casos de jóvenes asintomáticos que tras cesar el estado de alarma se concentran en grupos numerosos, sobre todo en fiestas o encuentros de fin de semana. No olvidemos tampoco la apertura de fronteras y los miles de personas que ya pueden viajar con un control mínimo de temperatura en los aeropuertos. La pandemia está en expansión en muchas partes del mundo y en los lugares que ha remitido, como Europa, los rebrotes por la relajación están a la orden del día. Y por último, hay las residencias, donde más letal ha sido el coronavirus y donde vive el colectivo de riesgo más alto y que más mortalidad ha sufrido. Por tanto, si no queremos volver a un confinamiento que arruinaría del todo nuestra economía, no queda otra que apelar a la responsabilidad individual y colectiva. Nos jugamos la vida y el futuro económico y social.