EDITORIAL
Un problema sanitario y social
Durante el anterior confinamiento con estado de alarma, las cifras de contagio de Lleida y su comarca estaban según todos los expertos muy por debajo de las registradas en la Catalunya central o en el área metropolitana, y se destacó el nivel de responsabilidad de los ciudadanos en el cumplimiento de las normas sanitarias. Ahora, en cambio, el nivel de contagios en Lleida es el mayor de Catalunya, y se han multiplicado con síntomas más leves y también entre población más joven con el riesgo de que entremos en progresión geométrica y el peligro de colapsar las instalaciones sanitarias. ¿Qué ha cambiado en estas semanas? La explicación es clara: hay una población flotante en torno a veinte mil personas que han venido a la campaña de la fruta, buscan trabajo sin encontrarlo en muchas ocasiones, se alojan en condiciones precarias y deambulan sin respetar en muchos casos las normas sanitarias vigentes, llegando a trabajar con síntomas del virus e incluso eludiendo controles y cuarentenas. Se ha comprobado que la gran mayoría de brotes se han registrado en explotaciones hortofrutícolas o en lugares donde se alojan, y sanitariamente se están tomando las medidas pertinentes como reforzar el personal médico, habilitar espacio en los hospitales y derivar los casos que no sean de Covid a otras comarcas; pero sigue sin afrontarse la raíz del problema y se plantean medidas como el confinamiento para todos sin pensar dónde se confinarán los temporeros o los que no tienen techo. Se han detectado casos de temporeros que dan positivo y marchan o no pueden identificar a quienes han tenido contacto directo con ellos, con lo cual el aislamiento se hace imposible y el virus sigue extendiéndose y el problema ya no es únicamente sanitario. Estamos ante un problema social que exige una respuesta coordinada de control de los focos, de generalización de tests, de aislamiento efectivo de los positivos, y también de cobertura de los perjudicados, y esto no lo pueden hacer los sanitarios. ¿De qué sirve hacer un test si luego, aunque salga positivo, no se puede aislar a los que han estado en contacto con el contagiado, ni se sabe cuántos o quiénes son? No se trata de criminalizar a nadie, pero tampoco de ocultar la realidad y aprobar medidas para la galería de efectividad dudosa. Hacen falta más medidas que las estrictamente sanitarias, más coordinación y escuchar a la gente que conoce el territorio.