SEGRE

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Al mazazo que representó la decisión de confinar domiciliariamente a los vecinos de Lleida y otros siete pueblos del Baix Segre se añadió ayer la confusión generada por la decisión de la juez de guardia de anular la aplicación del decreto, el posterior anuncio de la Generalitat de que aprobaría un nuevo decreto y la respuesta del fiscal de que no cabe decreto ley si restringen derechos fundamentales sin estado de alarma. En medio, los ciudadanos afectados que seguimos preocupados, desconcertados e indignados, con unos establecimientos que abren y otros que no, sin saber qué es lo que hay que hacer y una inseguridad jurídica generada por los mismos que tienen que garantizarla. Llueve sobre mojado porque los leridanos ya llevamos semanas con anuncios y decisiones contradictorias y rumores de confinamiento que están paralizando la ciudad y sus empresas y llenando de zozobra a sus habitantes, que ven cómo los contagios por coronavirus siguen aumentando sin que se perciba una actuación eficaz para atajar el problema. Lo denunció el presidente del Colegio de Médicos, que había alertado sobre la llegada de temporeros y personas sin techo en plena alarma que podían representar un riesgo y no se hizo nada, se ha constatado que la mayoría de brotes se registran en empresas hortofrutícolas y se castiga al conjunto de la población que ha cumplido escrupulosamente las normas, las mismas autoridades locales han reconocido que no se aislaban eficazmente a temporeros o sin techo contagiados y su entorno, que o bien seguían trabajando o se movían por la comarca, no se actuó cuando las comarcas limítrofes de Aragón pasaron a fase 2 cuando todos los leridanos sabemos de la permeabilidad de los límites provinciales y que los temporeros pasaban de una comarca a otra, se dejó en ridículo a la consellera de Salut cuando se le rectificó sobre el confinamiento perimetral de la comarca por discrepancias entre los socios de gobierno, después se ha visto que este cierre de la comarca no ha sido eficaz y se ha constatado que falta personal médico y también rastreadores de los contagios como recomienda la OMS. La lista de errores podría alargarse mucho más, pero lo peor es que quienes toman las decisiones parecen no conocer la realidad de Lleida y además ni las explican, ni parecen importarles las consecuencias, ni aportan datos para convencernos de que son las adecuadas. Y la culpa ya no es de Madrid.

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