EDITORIAL
Solo y desacreditado
El rey emérito Juan Carlos de Borbón comunicó ayer a su hijo Felipe VI su decisión de abandonar España y dejar el palacio de la Zarzuela, su lugar de residencia en los últimos 57 años, tras las investigaciones abiertas por las fiscalías suiza y española sobre supuestos fondos en paraísos fiscales y posible corrupción. Desde que en 2012 tuvo un accidente en Bostwana, donde había ido a cazar elefantes con su amiga Corinna Larsen, su desprestigio ha ido en aumento, dilapidando una trayectoria que si bien nació cuestionada por su designación por Franco se había consolidado como una figura clave en la transición democrática y un eficaz representante de la imagen y los intereses españoles en el mundo. Aunque falta perspectiva histórica para juzgarle, hay que reconocer su papel mediador e institucional en los primeros años de democracia. Capeó bien la inestabilidad de los primeros años con ruido de sables y los embates del terrorismo, maniobró con eficacia el 23-F para disipar rumores y forjarse la imagen de defensor de la democracia, y supo ganarse la simpatía popular con su carácter abierto y campechano. Pero desde el 2012 su caída ha sido en picado y lo que primero eran rumores e incluso informaciones en algunos medios extranjeros se fue convirtiendo en un clamor que le obligó a pedir perdón tras descubrirse su affaire con Corina y asegurar que no volvería a ocurrir. Pero volvió a ocurrir y se descubrieron fondos en paraísos fiscales, supuestas donaciones de jeques árabes y sospechas de comisiones por la concesión de obras a empresas españolas en Arabia Saudí, y tuvo que abdicar en 2014 sin que consiguiera atajar el descrédito que amenazaba con hundir la monarquía. Su hijo se ha desmarcado todo lo que ha podido hasta llegar al distanciamiento personal e incluso la retirada de la asignación presupuestaria, pero habrá que ver si la decisión comunicada ayer sirve de cortafuegos para salvar la monarquía o, como pensamos muchos, el mal ya está hecho y habría que revisar el papel de esta institución. Juan Carlos de Borbón nació en el exilio y ahora vuelve al exilio siguiendo los pasos de su abuelo Alfonso XIII, pero esta marcha no debería servir para eximirle de sus obligaciones ante la justicia y tendría que responder ante fiscalía sobre las investigaciones en marcha. Aunque algunos le reconozcan el papel jugado, lo cierto es que se va solo y desacreditado, pero él se lo ha buscado.