EDITORIAL
La Diada de la pandemia
La pandemia y la contención social a la que obliga y la desunión evidente de los ámbitos independentistas conllevan a que la Diada Nacional de Catalunya que celebramos hoy sea de las más descafeinadas de los últimos años, en que el creciente apoyo a los partidos independentistas la habían convertido en una auténtica demostración en la calle del músculo nacionalista. Ahora, con la prioridad de vencer a la Covid, que tantas vidas se ha llevado y que tanto daño está causando a la economía y a las capas más vulnerables, los actos en recuerdo de aquel 1714 en que Catalunya perdió sus fueros a manos de Felipe V quedan en el ámbito simbólico y de pequeño formato, como el unitario de ayer en Lleida, el institucional de la Generalitat y Parlament o los que se llevarán a cabo hoy. El independentismo tiene en los próximos meses envites de primer orden, como las propias elecciones al Parlament, que como muy tarde se celebrarán en febrero o marzo, y la mesa del diálogo con el Gobierno español. Ambos serán primordiales para decidir el camino que el independentismo catalán emprende para su encaje o desencaje en España y de ambos eventos depende buena parte del futuro de todos los catalanes.
Ganan los ayuntamientos El PSOE negoció hasta última hora un acuerdo que le permitiera salvar el decreto ley de los remanentes de los ayuntamientos, por el cual las corporaciones locales cedían al Estado sus ahorros a cambio de recibir dinero de un fondo de 5.000 millones. Este decreto ley, acordado por el Ejecutivo y los representantes socialistas de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), se ha convertido en la primera gran derrota parlamentaria del Gobierno de coalición con Podemos que preside Pedro Sánchez, dado que además de la oposición de PP, Cs, y Vox, ha contado con el rechazo de ERC, JxCat, Bildu, BNG, Compromís y todos los minoritarios que le hicieron presidente. Una derrota que es un aviso para la negociación de presupuestos pero sobre todo una victoria del mundo local, que vio recortar su gasto con el PP y al que ahora el PSOE no ha sabido resarcir.