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Las que en su momento fueron las dos primeras cajas de ahorro de España, en Catalunya y en Madrid, han aprobado fusionarse para convertirse en la primera entidad bancaria del país y la décima de Europa, en un proceso de concentración auspiciado por el Banco Central Europeo, que siempre ha recomendado dimensionar las entidades para favorecer su rentabilidad, considerablemente más baja en las entidades españolas, y su resistencia frente a posibles crisis. Los respectivos consejos, con Criteria y la Fundació la Caixa en un caso y el Estado en otro como accionistas mayoritarios, han aprobado la fusión sobre la que llevaba tiempo especulándose con algún intento fallido, y nace un gigante financiero que administrará el 31 por ciento de los créditos que se conceden en España, dispondrá del 28 por ciento de los depósitos y comercializará uno de cada cuatro fondos que funcionan en el país. Entre los retos de la nueva entidad estarán, además de los propios del sector como los bajos tipos de interés, el cambio de modelo bancario o la digitalización, uno específico que es la devolución de los fondos públicos inyectados a Bankia para su rescate, que ascienden a 24.000 millones, de los que solo se han recuperado hasta ahora 3.300, y la paulatina desaparición del Estado a través del FROB del accionariado de la nueva entidad. Aunque se ha presentado la operación como una fusión, es evidente que hay una diferencia de tamaños y hasta de solvencia que la convierte en la práctica en una absorción por parte de CaixaBank, que será la marca de la nueva entidad por razones obvias, teniendo en cuenta los problemas judiciales que aún arrastra Bankia, que desaparece como marca diez años después de su creación al fusionarse seis cajas de ahorro, y con Criteria, propiedad al cien por cien de la Fundació la Caixa, como primer accionista de la nueva entidad, con un 30 por ciento del capital. Y como es inevitable en estas operaciones, habrá un cierre de sucursales para evitar duplicidades, y también ajustes de plantilla que pueden afectar a cerca de diez mil trabajadores de los 51.000 que tendrá la nueva entidad, con prejubilaciones y acuerdos pactados. Habrá que ver si con esta ampliación CaixaBank sigue reduciendo su carácter catalán y el viejo espíritu de caja vinculada a depositantes y clientes de toda la vida, pero parece evidente que a medida que gana dimensión también traslada su ámbito a la esfera

internacional.

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