EDITORIAL
La hora de la cultura
Después de meses de sequía lúdica, la ciudad de Lleida está pudiendo celebrar, con el permiso del viento y una bajada considerable de las temperaturas, las Festes de la Tardor después de que la crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19 obligase a cancelar las celebraciones de mayo. Con estrictas medidas de seguridad y aforos limitados, tras el pregón, a cargo de la directora general de Profesionales de la Salud, la leridana Montserrat Gea, y del concierto de la Banda Municipal en la plaza Sant Joan, los Camps Elisis recuperaron tras muchos meses su función de espacio de ocio por antonomasia de la ciudad acogiendo el concierto de los Stay Homas. El formato, como no podía ser de otra manera, cambió por completo respecto a lo que hasta ahora entendíamos como fiestas: reserva previa obligatoria, controles a la entrada, sillas separadas y todo el mundo sentado, pero quedó claro que el público, totalmente entregado, tenía ganas de recuperar una cierta normalidad. Esta actuación sirve como ejemplo de que la cultura es uno de los ámbitos más seguros y responsables a la hora de adoptar medidas preventivas, por lo que es necesario que los ciudadanos respondan apoyando y acudiendo a las actividades que se programen. Porque queda claro que es uno de los sectores que más ha padecido, y aún sufre, las consecuencias económicas que ha comportado la pandemia. En las páginas anteriores, hacemos una radiografía de los efectos devastadores que ha tenido y que, solo en el caso de las comarcas de Lleida, han comportado las pérdidas de un millar de puestos de trabajo, que, sin el apoyo del público e instituciones, difícilmente se recuperarán.
Poco a poco y de forma paulatina, museos, teatros, cines, espacios dedicados a la música y actividades literarias se van “colando” en las agendas culturales con propuestas variadas, con las restriccioes que conlleva vivir el momento actual. Es imprescindible la colaboración ciudadana para que esta recuperación tenga continuidad, como lo ha sido y está siendo para que el sector de la hostelería, otra de las principales “víctimas” colaterales de la Covid, haya conservado la confianza de sus clientes. Distancia, mascarilla e higiene de manos sí, pero actividades culturales con todas las garantías, por supuesto que también.