EDITORIAL
Política y salud pública
“Trabajar por la salud pública todos a una y aplicar las medidas que desde el punto de vista de la evidencia científica son necesarias.” Esta es la petición que hizo a los políticos el viernes en la Universitat de Lleida (UdL) la jefa del servicio de Medicina Preventiva y Epidemiológica del hospital Vall d’Hebron, Magda Campins, tras ser preguntada sobre la situación de Madrid en lo que respecta a la propagación del coronavirus. No es únicamente la recomendación de una reputada médica, sino también lo que dicta el sentido común. En los primeros meses de la pandemia, era lógico que pudiera haber enfrentamientos sobre la estrategia a seguir para afrontarla, porque era algo nuevo que cogió desprevenidos no solo a los políticos, sino a la gran mayoría de científicos y profesionales sanitarios. Pero una vez que ha transcurrido ya medio año, no se entiende que haya dirigentes –el caso de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, es el más evidente, pero ni mucho menos el único– que utilicen los efectos del coronavirus como munición contra el adversario. Como dijo Campins, es necesario que los que más entienden sean los que decidan el camino a seguir, y más cuando las cifras de contagios, hospitalizados y muertos del conjunto del Estado español son las peores de Europa.
Médicos indignados Los médicos internos residentes (MIR) han protagonizado 8 días de huelga en dos semanas para protestar por las condiciones en las que trabajan, con sueldos mileuristas, jornadas maratonianas que pueden durar más de 24 horas seguidas si hacen una guardia, y porque el tiempo que pueden dedicar a su formación acaba siendo residual ante la necesidad de hacer funciones como si fueran un profesional más del hospital, entre otros aspectos. Ahora, Metges de Catalunya convoca una huelga de tres días para los facultativos de Atención Primaria. Precisamente, en nuestra edición de hoy publicamos el testimonio de uno de ellos, que manifiesta que la actual situación es insostenible. Todo ello evidencia que la pandemia está llevando al límite a los profesionales de la sanidad.