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Las autoridades de la ciudad oriental china de Qingdao anunciaron ayer que someterán a sus más de 9 millones de habitantes a pruebas del coronavirus, después de que en las últimas horas se diagnosticaran 12 positivos, 6 de ellos asintomáticos. A falta de confirmación por parte de las autoridades sanitarias chinas, estos casos podrían suponer el fin de la racha de 57 días consecutivos sin contagios locales en el país. En el conjunto del gigante asiático, los datos oficiales apuntan que hay actualmente 230 contagiados activos, 395 infectados asintomáticos en observación y otros 7.961 contactos cercados. Mientras, la segunda oleada de la pandemia prosigue imparable en Europa, con muchos países incrementando el número de contagios pese a las medidas de emergencia dictadas por las autoridades en las zonas más afectadas. Especialmente grave es el caso de la Comunidad de Madrid, en la que ya hemos insistido por activa y por pasiva que se ha actuado tarde y mal, y con una irresponsabilidad política absoluta por parte de los dirigentes autonómicos, lo que ha puesto en peligro la salud de sus ciudadanos y por extensión del resto del Estado. Por lo que respecta a Catalunya, no está al margen de decisiones controvertidas, sobre todo en el inicio de la crisis en marzo, especialmente en las residencias, y en el Segrià en julio por falta de prevención, pero lo que está claro es que la Generalitat siempre ha antepuesto la salud pública a intereses políticos y económicos, y que fruto de esta balanza se ha logrado llegar a otoño en una situación epidemiológica mejor que las 20 regiones europeas que encabezan el ranking negativo. Pero mejor no quiere decir buena, y superados los 300 puntos de índice de rebrote, llega el momento de volver a tomar medidas que eviten las desgracias de marzo. Ojalá Catalunya y España entera tuvieran la capacidad sanitaria y económica que permite a esta ciudad china hacer tests masivos a 9 millones de personas pero, dado que nuestra economía está muy por debajo de estas posibilidades, cabe centrar en los casos y los rastreadores todos los esfuerzos. Individualmente, todos tenemos una parte de responsabilidad para frenar la actual escalada, pero corresponde a las administraciones poner los medios, técnicos y de personal, para que evitemos entre todos más muertes y podamos marcar el camino de la recuperación económica. No hacerlo ya sabemos las consecuencias que tiene.

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