EDITORIAL
Estado de espera
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue muy claro el viernes analizando la situación de la pandemia del coronavirus, que está prácticamente descontrolada y con un ritmo de contagios más que preocupante. Según sus palabras, el hemisferio norte, con el fuerte aumento de casos en zonas como Europa, se encuentra en un momento crítico y los próximos meses “van a ser muy duros”, por lo que pidió a los países actuar de forma “inmediata”. Las cifras facilitadas ayer por el departamento de Salud enfatizan este panorama negro al sumar 6.073 casos nuevos en Catalunya, con lo que el total de confirmados asciende a 225.901; la tasa de riesgo de rebrote se sitúa en los 715 puntos, lo que supone un triste récord, y se contabilizaron 48 fallecidos más. Pese a esta situación, las diferentes administraciones parece que no se dan toda la prisa necesaria para intentar implantar medidas que frenen esta segunda ola de la Covid. El jueves, el Consejo Interterritorial de Salud pospuso la implantación del toque de queda, y por tanto la aplicación del estado de alarma, por la falta de consenso entre autonomías. Al día siguiente, la Generalitat descartaba por la mañana reclamar estas medidas, pero por la tarde, tras reunirse el Govern, pidió el estado de alarma al Ejecutivo español, aunque exigiendo un “mando único” catalán. Todo parecía indicar que ayer mismo se reuniría el gabinete de Pedro Sánchez para poder implantar el toque de queda horas después, pero un viaje del presidente al Vaticano aplazó la reunión hasta hoy, para cuando finalmente ha sido fijada. Y mientras los políticos parece que no van con la misma velocidad con que avanza la pandemia, muchos ciudadanos también dan muestras de no ser conscientes de la gravedad de la situación que estamos atravesando. Ejemplo de ello es la masiva afluencia a algunas áreas naturales y no siempre con las necesarias medidas sanitarias, lo que obliga a la actuación de las fuerzas policiales para controlar los accesos, o con las decenas de sanciones impuestas a diferentes grupos (52 solo ayer en Barcelona) por beber alcohol en espacios públicos y sin protección alguna. Lo hemos repetido por activa y por pasiva pero lo volvemos hacer: frenar la pandemia depende en gran parte de nuestra responsabilidad y, sin ella, es imposible que surtan efecto las medidas que puedan imponer las autoridades sanitarias.