EDITORIAL
Confinamiento nocturno
Finalmente, y después de dos días de incertidumbre, el Gobierno español aprobó el decreto por el que se declara el segundo estado de alarma del año para quince días pero ampliable hasta mayo, lo que permitió por su parte a la Generalitat instaurar el toque de queda, el primero en cuatro décadas. La principal medida que comporta en Catalunya ya desde ayer mismo, y a la espera de que hoy pueda ser complementada por otras, es el confinamiento nocturno a partir de las 22.00 horas y hasta las seis de la madrugada con contadas excepciones, como razones médicas, laborales o emergencias. De nuevo es obligatorio llevar encima un certificado de autorresponsabilidad y el incumplimiento de la normativa puede acarrear multas de hasta 6.000 euros en caso de reincidencia. El conseller de Interior, Miquel Sàmper, se encargó de detallar cómo se aplicaría el toque de queda, quejándose de que el decreto estatal coarta la actuación de la Generalitat, y tiró un jarro de agua fría a la hostelería al descartar que la nueva situación comporte la apertura de bares y restaurantes con horarios restringidos, tal como él mismo había augurado el jueves. Todo lo contrario, ya que especificó que los establecimientos del sector que se han adecuado a la situación actual y llevan la comida a domicilio deben prestar este servicio solo hasta las 21.00 horas, mientras que cines y espectáculos tienen de margen hasta las 22.00. Pero lo más sorprendente es que, solo minutos después y en un nuevo ejemplo de descoordinación entre conselleries, su compañero de gabinete, el titular de Empresa, Ramon Tremosa, le enmendaba la plana anunciando a través de Twitter que el delivery podría funcionar hasta una hora después. Sea como sea, y ante el aumento alarmante de casos en esta segunda ola de la pandemia, deberemos cambiar nuestros hábitos y ceñir nuestra actividad a estos nuevos horarios, que se podrían ampliar mucho más allá de las dos semanas instauradas en un principio. Sería un buen momento para abordar de una vez por todas la reforma horaria que propicie realmente la conciliación familiar. Una reforma que debe pasar desde incentivar el teletrabajo, adecuar los tempos laborales, hasta incluso cambiar la programación de las cadenas de televisión, avanzando el prime time, que ahora, de forma totalmente inconcebible, se prolonga más allá de medianoche.