El doble impacto sanitario de la Covid

El número de pacientes ingresados por Covid en la UCI en los hospitales Arnau de Vilanova y Santa Maria se ha triplicado en el último mes, pasando de 7 a 21, mientras que el del total de ingresados ha crecido en una proporción muy similar, y ahora rondan los 150 entre estos dos centros y las clínicas privadas de Lleida. Además, los fallecidos son ya 379 en solo ocho meses de pandemia. Solo hay que preguntarse qué diríamos si los accidentes de tráfico se cobraran tantas vidas en este mismo periodo. Estos datos evidencian la gravedad del impacto del coronavirus sobre la salud, pero a la vez enmascaran otro cada vez más importante: la no-atención adecuada a otras patologías. Prueba de ello son las crecientes listas de espera, que llegan al extremo de que la demora media para una intervención de varices sea de más de un año, o que para las de prótesis de cadera y rodilla ronden los 5 meses, con el consiguiente deterioro de la calidad de vida. Y a todo esto hay que sumar la reducción de controles periódicos sobre enfermedades crónicas.

Un albergue provisional El pabellón 3 de la Fira será a partir de mañana el albergue nocturno del plan Iglú, que se activa cuando bajan las temperaturas para dar un techo a las personas que duermen en la calle. El pasado verano también fue la sede del centro de acogida de “sin papeles” que buscaban trabajo en la fruta y de temporeros sin alojamiento. El uso de este recinto como albergue de invierno ha sido posible porque la pandemia ha obligado a suspender todas las ferias, y de momento no hay ninguna previsión de cuándo podrán volver a celebrarse. Es cierto que las estrecheces presupuestarias y la crisis derivada del coronavirus reducen mucho el abanico de posibilidades, pero esta no deja de ser otra solución provisional, y es necesario que el ayuntamiento, con la colaboración de las demás administraciones, busque de una vez una solución definitiva tanto para la atención de los cientos de personas que cada verano llegan a la ciudad para intentar trabajar en la campaña frutícola como para alojar a los que no tienen techo durante las noches de invierno.