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La gestión de la pandemia por parte de la Generalitat deja mucho que desear por los excesivos errores cometidos y que deben ser rectificados en días u horas. En los largos meses de pandemia hemos tenido demasiados ejemplos de ello y el último llegó ayer con la publicación en el Diari Oficial de la Generalitat de los detalles de la desescalada que empieza mañana. Uno de los puntos supuso un jarro de agua fría para el sector de la música, puesto que, en contra de lo anunciado días atrás, señalaba que se mantenía la suspensión de apertura al público de cafés teatro, cafés concierto y salas de concierto, mientras que podrían abrir auditorios. Como era de esperar, los responsables de estos establecimientos, que llevan prácticamente ocho meses con las persianas bajadas, con lo que han perdido el 94 por ciento de espectadores y cuentan las pérdidas por millones, pusieron el grito en el cielo por lo discriminatorio de la medida y la llegaron a calificar de “vergonzosa”. Horas después, y sin notificación oficial, era TV3 la vía para anunciar que tanto las consellerias de Cultura, Salud e Interior consideraban el anuncio “un error” que fue enmendado a última hora, por lo que, desde mañana, estos espacios culturales podrán abrir cumpliendo las restricciones de aforo y horarios. Pero si en este punto el Govern parece que enmendará su error, no hará lo mismo, pese a lo anunciado, con la movilidad los fines de semana, con lo que la asistencia a actividades culturales solo será posible en cada municipio. Quizá sea una medida razonable para grandes urbes, pero para zonas con menos densidad de población es ilógica. Ejemplo de ello es que el principal complejo de cines del área de Lleida está en Alpicat, con lo que la restricción de movilidad impide a los vecinos de la capital del Segrià ir a ver una película a escasos cuatro kilómetros en fin de semana, mientras que a los responsables de este complejo de ocio difícilmente les será rentable la nueva reapertura si no cuentan con este importante sector de clientes. Estos ejemplos de mala praxis llegan la semana en que la conselleria de Trabajo paralizó in extremis las ayudas a profesionales de la cultura, sin fecha aún para volverlas a convocar. La consellera de Cultura, Àngels Ponsa, recordó el viernes en Lleida que “la cultura cura”, pero parece que los diferentes departamentos o no tienen muchas ganas o no saben curar a este enfermo, que esperemos que no llegue a terminal.

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