Armonización fiscal
Es positivo para la estabilidad y para la recuperación económica que haya nuevos presupuestos del Estado y que sean expansivos, con más inversión y que reviertan los recortes de los que aún estaban vigentes, porque es inconcebible que se optara por una tercera prórroga y se mantuvieran los elaborados por el gobierno del PP. Es más dudoso que la estabilidad llegue con apoyos tan inestables como los que pueda proporcionar Bildu o incluso ERC, aunque haya conseguido más dinero para Catalunya, porque las dos formaciones tienen programáticamente otras prioridades, pero es legítimo buscar nuevas alianzas y conciliar estrategias que en algunos puntos puedan ser coincidentes y que, por ejemplo, le permiten a ERC presentar el dinero suplementario que consiguen para Catalunya y garantizar el sesgo progresista de los presupuestos que estaba en juego si el apoyo venía de Ciudadanos. Pero la gran batalla planteada está con la armonización fiscal pactada entre el gobierno y ERC, y que las comunidades gobernadas por el PP han interpretado como un ataque a la autonomía fiscal. El tema es viejo y, por ejemplo, en Europa llevan años negociando, sin éxito, algún tipo de armonización fiscal para que países como Irlanda, que aplica tipos muy favorables, se lleve los impuestos de las grandes multinacionales. En España quien disfruta de trato de favor es Madrid por el efecto de capitalidad, que ha permitido rebajas para convertirse en la autonomía donde las rentas altas pagan menos impuestos. Las autonomías pueden fijar la mitad del gravamen del IRPF y aplicar deducciones, y regulan los impuestos de sucesiones y de patrimonio con notables diferencias, de forma que los madrileños son los que menos renta pagan con ingresos superiores a 100.000 euros, también pagan menos por patrimonio, y andaluces y gallegos pagan menos por sucesiones con diferencias que empiezan a ser notables. Madrid se beneficia de las rentas de la capitalidad y cada año atrae a más sociedades y contribuyentes con más poder adquisitivo porque allí pagan menos al tiempo que otras autonomías pierden empresas y capacidad para ofrecer incentivos. Ahora se quieren imponer topes y mínimos para homogeneizar los tipos y evitar estas desigualdades, pero Madrid y el PP se han levantado en armas sin que nadie diga nada del concierto de las comunidades vasca y navarra, porque también están en juego los votos del PNV y Bildu. Complicado.