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Los datos sobre índices y contagios de la última semana son negativos y esta es una realidad que no se puede ni se debe esconder. Pero nos podemos quedar quejándonos y maldiciendo la etapa que estamos viviendo, impensable hace solo un año, o bien podemos hacer lo posible para, tanto a nivel social como a nivel personal, intentar plantar cara con el fin de revertir la situación en la medida de nuestras posibilidades. A nivel personal está claro: las tres M (mascarillas, manos y metros) deben respetarse escrupulosamente, siguiendo unos hábitos que se han incorporado a nuestro día a día y que a buen seguro se mantendrán durante largo tiempo. A nivel social también es fácil atender a unas reglas que nos benefician a todos: evitar al máximo contactos entre personas de diferentes burbujas y, en el caso de mantenerlos, que sean extremando las precauciones, y reducir la vida social, especialmente estas fiestas, en que los encuentros para celebrar la Navidad eran habituales hasta ahora. Y después de nuestras conductas individuales, están las de las autoridades y administraciones, que, en más de una ocasión, dejan que desear. Pero, después de ser conscientes de la situación que vivimos, también tenemos que buscar motivos que nos animen a confiar en un futuro mejor, en que las vacunas que están al llegar tendrán un papel fundamental, pero también los ejemplos personales que nos pueden ayudar, especialmente a nivel emocional.

Hoy, en las páginas interiores, entrevistamos a un compañero de esta casa que ha tenido la suerte de recuperarse poco a poco de la Covid después de seis meses durísimos en el hospital, tres de los cuales totalmente sedado. Las vivencias y reflexiones que explica sobre lo que ha vivido en sus propias carnes en este año aciago deben servir de ejemplo para ser conscientes de que a todos nos puede tocar esta macabra lotería en que se ha convertido la pandemia y que ya se ha cobrado más de 500 vidas en Lleida. Tras ganar esta batalla de la que aún le quedan algunas secuelas, él mismo reconoce que, a lo largo de su vida, pocas veces había ido al médico hasta ahora, y pide a todo el mundo que se lo tome muy en serio porque nadie está a salvo si no respeta escrupulosamente las reglas que nos debemos autoimponer por el bien de todos.

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