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Cuatro días después de haber anunciado las modificaciones al plan de Navidad y al día siguiente de que entraran en vigor las nuevas restricciones sobre el virus, la Generalitat ha vuelto a introducir cambios con una convocatoria de prensa a las nueve de la noche para anunciar el confinamiento total de dos comarcas, la Cerdanya y el Ripollès, hasta Reyes. La explicación es clara: la presión hospitalaria y el riesgo de rebrote en estas comarcas está muy por encima de la media y en una situación preocupante, por lo que parece razonable el confinamiento, por doloroso que sea, tal como sucedió con el Segrià el pasado mes de julio. Lo que ya no parece tan claro es el momento y el procedimiento, porque la situación epidemiológica en estas comarcas no cambió radicalmente ayer, sino que venía arrastrándose desde hace días e incluso era previsible desde el pasado puente de la Purísima, y no es lógico que el lunes entren en vigor unas normas que permiten acceder a las segundas residencias, a los hoteles y a las casas de turismo rural, y se cambien al día siguiente en estas dos comarcas cuando estaban hechas las previsiones, las reservas e incluso las compras en las comarcas afectadas. Y tampoco se entiende que si las cifras han ido mejorando en los últimos días se anuncien más cambios en los próximos días, porque acaba dándose una imagen de improvisación e incluso de falta de un criterio firme. Ya se criticaron el pasado viernes las medidas anunciadas porque en la práctica representaban un incremento de la movilidad al pasar al ámbito comarcal, pero con numerosas excepciones y un nuevo golpe a la hostelería con unas restricciones horarias, que el sector ha interpretado como un cierre encubierto en una época trascendental para su facturación y sin que esté probado que la apertura de bares y restaurantes sea causa directa del rebrote. Pese a las recomendaciones de que las medidas que se tomen sean concretas y definidas, aquí seguimos con una normativa confusa y cambiante, que obliga a consultar el DOGC tanto a los afectados como a los encargados de su cumplimiento, y basta recordar que, por ejemplo, seis autonomías exigen justificantes diferentes para permitir la movilidad y que los hosteleros han tenido que consultar cuándo y cómo podían tener abiertos sus establecimientos, y hasta qué servicios podían prestar después del cierre tras los desayunos y antes de abrir para las comidas. Sobra confusión.

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