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Un viejo proverbio aconseja no cambiar de caballo en medio de la corriente, que se traduce también en el mensaje ignaciano como que “en tiempos de desolación, no hacer mudanza”, pero Pedro Sánchez ha optado, tal como anunció hace unas semanas, por cambiar al ministro de Sanidad, Salvador Illa, en medio de la peor pandemia que hemos padecido para convertirlo en el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat. La decisión ha provocado la primera minicrisis de gobierno con el cambio de Carolina Darias, que pasa de Política Territorial a Sanidad, y con la incorporación del primer secretario del PSC y hasta hace unos días candidato, Miquel Iceta, como nuevo ministro de Política Territorial. Como siempre, las valoraciones son dispares y mientras Pedro Sánchez elogia a Illa como un ministro extraordinario, lo que obliga a preguntarse por las razones de su traslado, el PP le considera como “el peor ministro de Sanidad de Europa”, lo que también obliga a preguntarse por qué no se alegran de su relevo confiando en que quien venga lo hará mejor. Y desde Catalunya los adversarios electorales de Illa ya destacan que se va del ministerio con una cifra récord de contagios, con el ritmo de vacunación por debajo de lo previsto y los hospitales al borde de la saturación, pero son consideraciones que ya forman parte de la campaña y más cuando algunas encuestas advierten que el ya exministro puede ser el más votado el próximo 14 de febrero. Es evidente que Illa ha conseguido unos niveles de popularidad extraordinarios con sus comparecencias diarias y que en todo momento ha lanzado un mensaje ponderado y tranquilizador y hasta ha buscado consensos complicados con los consejeros de Sanidad, pero por la experiencia acumulada, por su misma trayectoria y por los retos pendientes hay que preguntarse si es el momento adecuado para hacer cambios en Sanidad y es lógico pensar que han primado los intereses del PSC y las expectativas electorales que puede concitar Illa por encima de las necesidades del Gobierno central. Por mucho que su sucesora participara en la coordinación y aunque se mantenga el equipo, no es el mejor momento para hacer cambios en la coordinación frente a la pandemia.

Protocolos contradictorios Desde el 7 de enero los catalanes no podemos salir de nuestros municipios, pero durante la campaña el Gobierno permitirá romper este confinamiento perimetral para asistir a mítines en otros municipios. Ya es criticable que puedan celebrarse cuando también están limitados los encuentros de más de seis personas y cuando hay restricciones a las actividades sociales, pero es contradictorio que sí se pueda salir del municipio para ir a un acto de campaña.

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