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El fin de campaña se ha animado con el documento firmado por todos los partidos independentistas en el que se comprometen a que, “sea cual sea la correlación de fuerzas que salga de las urnas, no se pactará la formación de gobierno con el PSC”. Lo habían dicho por activa y por pasiva los candidatos de JxCat, ERC, PDeCAT y la CUP, y el propio candidato socialista Salvador Illa había declarado que no pactaría con independentistas, pero por lo visto no todos se fiaban de las promesas electorales y las declaraciones hechas y un colectivo de críticos de la ANC, bautizado como Catalans per la Independencia, ha exigido este pronunciamiento formal y por escrito para dejar las cosas claras ante el electorado y también marcar la posible negociación de pactos después de las elecciones del domingo.

A pesar de la contundencia de las declaraciones en campaña, hay que recordar que hay precedentes de pactos y acuerdos, como el de JxCat con los socialistas que les ha dado el gobierno de la Diputación de Barcelona a los segundos o el apoyo que ha prestado en más de una ocasión el grupo de ERC a los socialistas en el Congreso y hasta la CUP pactó con el PSC y ERC en el ayuntamiento de Sant Cugat. Ahora dejan claro a los votantes que ni se repetirán acuerdos similares ni tampoco será posible un nuevo tripartito de izquierdas como se especulaba tras conocer algunas encuestas.

Cuanta más claridad, mejor para el elector, y tampoco tiene que escandalizarse el PSC por supuestos “cordones sanitarios” que también suscribieron ellos en el Pacto del Tinell para marginar al PP. Todos habían dicho que no pactarían, pero, como algunos no se lo creían, han exigido la formalización de la promesa por escrito como prueba de credibilidad.

Asumido el compromiso, se reafirma la división en bloques de cara a futuros pactos y, dando por previsible que nadie alcanzará la mayoría absoluta, solo caben las posibilidades de repetir una coalición independentista como la actual, otra de un bloque constitucionalista, de la que según lo dicho en campaña también quedaría excluida Vox, o gobiernos minoritarios con apoyos externos, pero ha quedado claro que los bloques no se mezclarán.

El refugio agrario Lleida ha sido la provincia catalana donde menos ha bajado el Producto Interior Bruto en este nefasto 2020, con un 8 por ciento de caída según el Banco de España frente al 14,2 de Girona o el 11,7 y el 11,4 de Barcelona y Tarragona respectivamente.

El colchón de la agricultura y la ganadería, con mayor peso en Lleida, ha permitido paliar los desastrosos efectos de la pandemia en el turismo y el sector servicios y bajamos menos de la media catalana y estatal. En tiempos de crisis, volvemos al campo.

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