SEGRE

Creado:

Actualizado:

El candidato socialista, Salvador Illa, ha confirmado que se presentará a la investidura como presidente de la Generalitat al ser el más votado en las urnas. Está en su derecho, pero tendrá que explicar al futuro presidente del Parlament que difícilmente contará con los apoyos necesarios para obtener la mayoría absoluta en primera votación o más votos afirmativos que negativos en la segunda.

Así lo han decidido las urnas que han repetido un Parlament en el que la fuerza más votada, como le sucedió a Ciudadanos, no cuenta con los apoyos suficientes y, aunque Illa no quiera repetir el absentismo de Arrimadas, parece más una maniobra estética que una posibilidad real. Quien tiene la sartén por el mango es Esquerra, que ha empatado en escaños con los socialistas, ha superado a JxCat como fuerza más votada entre los independentistas, lo que le concede el derecho a abrir el baile a diferencia de lo sucedido hasta ahora, e incluso puede elegir socios.

Puede primar el eje soberanista o puede apostar por una coalición de izquierdas o incluso puede apostar por equilibrios coyunturales con la confianza que les da no haber sido castigados en las urnas ni por sus acuerdos en Madrid ni por la gestión de las consellerias más conflictivas en la pandemia. Tampoco puede lanzar las campanas al vuelo porque su victoria ha sido muy ajustada y, aunque es suficiente para gobernar, el peso de los votos que se han quedado en la abstención deberían frenar gestos unilaterales y reforzar su apuesta por el pragmatismo.

Pere Aragonès, que será el primer presidente de la Generalitat de ERC desde la República, se mostró partidario ayer de la vía amplia, un gobierno en el que colaboren JxCat, CUP y también En Comú-Podem, pero ya han surgido las primeras discrepancias porque hay incompatibilidades evidentes entre algunos de los socios propuestos, y ni JxCat acepta a los comunes porque no son explícitamente independentistas, ni estos aceptan a JxCat por considerarles herederos de la derecha, mientras la CUP se remite a los programas y lo que decidan sus asambleas. También habrá que ver si JxCat se siente cómoda siendo la segunda pata del gobierno, hasta dónde llegan sus exigencias y si son aceptadas por ERC, pero un gobierno independentista sería la opción más lógica a tenor de lo votado el domingo.

Le queda a Aragonès el comodín del tripartito de izquierdas, que sin duda estaría muy bien visto en Madrid como fórmula de estabilidad para el gobierno Sánchez, pero después del pacto anti-Illa firmado en la campaña harían falta muchas explicaciones, dejar clara la supuesta intransigencia de JxCat y CUP y aguantar muchas críticas. Lo que está claro es que el independentismo, lejos de desinflarse, se ha reforzado, que la abstención ha castigado más a los españolistas y que ERC tendrá que buscar nuevas fórmulas que superen los permanentes enfrentamientos del último gobierno.

.

tracking