EDITORIAL
El cambio de actitud con el Museu
Después de demasiados días de silencio desde que se convocara el concurso del traslado y se entregaran las primeras obras, la consellera de Cultura ha hablado por fin sobre el problema del Museu de Lleida en un periplo por comarcas asegurando que “facilitaremos la vuelta” de las obras a Barbastro porque “el propietario de las obras, el obispado de Lleida, ha anunciado su disposición a entregarlas para cumplir con la justicia”. Hay un cambio sustancial en la estrategia del consorcio del Museu, que preside la consellera, porque desde siempre y también cuando se conoció la última sentencia de diciembre del año pasado anunció que presentarían todos los recursos posibles y llegarían hasta el final para defender la unidad museística y el patrimonio del Museu.
Incluso hay un cambio en la terminología utilizada porque la consellera utiliza la expresión de “vuelta de las obras a Barbastro”, olvidando que estas obras nunca han estado en el museo de Barbastro, que fueron salvadas de la destrucción o la venta por el obispo Meseguer y conservadas y restauradas en el Museu de Lleida. No pueden volver a un sitio donde nunca han estado.
En segundo lugar, traslada la responsabilidad al obispo, como propietario y “no podemos oponernos a su decisión”, cuando hay que recordar que el obispado trasladó la gestión de las obras al consorcio, que preside la consellera, y que cuando otros obispos como Xavier Salinas o Joan Piris se habían mostrado partidarios de acatar la decisión eclesiástica de entregar las obras, el resto de patronos y el consorcio en su conjunto se opusieron frontalmente, agotando todas las vías legales. Sorprende que ahora se acate la decisión del obispado como palabra definitiva.
También conviene recordar que cuando la Guardia Civil se llevó las obras de Sijena, hubo coincidencia en culpar al artículo 155 y a la dejación del entonces presidente del consorcio, el ministro de Cultura Méndez de Vigo, en funciones de conseller, por no agotar los cauces legales. Ahora, con las 111 obras reclamadas, la que hace un papel similar es la consellera, con el silencio cómplice de los representantes de la Paeria y la Diputación, que dan el traslado por consumado cuando estamos ante una decisión de un juzgado de primera instancia y están pendientes las alegaciones.
No es una decisión firme jurídicamente porque hay recorrido en los tribunales, y la consellera, y el consorcio, la dan por inevitable sin el menor signo de oposición social o político e incluso anuncia compensaciones para el Museu “para llenar lo que debe marchar”. Uno de los patronos se refirió el pasado 19 de diciembre a un nuevo expolio del Museu de Lleida, pero ya nadie habla de la ley de patrimonio que ampara estas obras, ni de la unidad museística, y se intuye una rendición en toda regla o un pacto para preservar otras obras a cambio de entregar las de Lleida.
Y el consorcio tendría que explicarlo con claridad. .