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A pesar de que la situación sanitaria continúa mejorando y que ayer la cifra de positividad bajó en Catalunya del 5 por ciento, el límite que marca la OMS para considerar la pandemia controlada, y que las residencias han bajado los contagios al mínimo tras la vacunación, tanto el gobierno central como los autonómicos se plantean mantener las medidas de confinamiento durante la Semana Santa. Se entienden las precauciones después de los errores cometidos con la desescalada el año pasado y el aumento de contagios registrado tras la Navidad, porque una nueva oleada de contagios sería desastrosa, pero también hay que valorar la situación económica, con el agobio que padecen desde hace un año sectores como el turístico, la hostelería o el comercio, y la necesidad de “dar aire a quien lo necesita”, en gráfica expresión del doctor Argimon.

También hay que valorar si el confinamiento perimetral es la medida más eficaz recordando que, por ejemplo, la Comunidad Valenciana decretó el confinamiento total en Navidad y luego estuvo entre las que registró más contagios. Parece lógico que se mantenga el toque de queda, que se controle la interacción social, pero si la situación sanitaria continúa mejorando, también sería razonable un levantamiento de algunas restricciones, y pensar que para muchas empresas familiares vinculadas al turismo y la hostelería otra Semana Santa cerrados puede ser ruinosa.

Faltan tres semanas y cabe esperar que se intensifique el ritmo de vacunación a medida que vayan llegando las dosis prometidas y ver cómo evoluciona la situación, pero tan nefasta sería una nueva oleada como prolongar la ruina de los sectores más perjudicados.

Las vacunas de las infantas Sin tiempo a que se apagaran los ecos de la nueva regularización fiscal del rey emérito, la familia de Felipe VI protagoniza un nuevo escándalo al trascender que sus hermanas, las infantas Elena y Cristina, aprovecharon un viaje a los Emiratos Árabes para visitar a su padre y vacunarse contra la Covid.

No somos iguales ante la ley porque unos son inviolables, tienen inmunidad y ni siquiera pueden ser investigados; tampoco somos iguales ante Hacienda, y ahora no somos iguales ni siquiera en el ritmo de vacunación, porque ninguna de los dos está en grupo de riesgo y se han aprovechado de sus privilegios para vacunarse antes que los demás. Tendrán que explicar quién ha pagado la vacuna, los viajes, la estancia o la seguridad de las infantas y la del mismo rey emérito, pero flaco favor le han hecho a Felipe VI y, al paso que llevamos, sus mismos familiares acabarán con la imagen de una institución, la monarquía, que cada día está más desprestigiada y tiene menos justificación a estas alturas.

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