EDITORIAL
Aprender de los errores cometidos
Se cumple hoy el aniversario de la confirmación del primer leridano muerto por la Covid en el inicio de una tragedia cuya magnitud éramos incapaces de imaginar en aquellos momentos. Le han seguido otros 728 fallecidos en Lleida, más de 21.000 en Catalunya, 72.000 en España y más de dos millones y medio en el mundo.
La inmensa mayoría murieron solos sin ningún familiar o amigo que les acompañara, y ni siquiera han podido tener la despedida que sus familias hubieran querido darles tras pasar sus últimos momentos en soledad y desamparo en una situación que nunca olvidaremos. Y, desgraciadamente, la gran mayoría de los fallecidos, en Lleida un 87 por ciento, tenían más de 70 años, el sector más castigado por una pandemia que se cebó en las residencias de mayores, donde se reaccionó tarde y mal, cuando el virus ya estaba extendido y se iba cobrando vidas inexorablemente.
Ha pasado un año del reconocimiento de la gravedad de la pandemia, de los primeros muertos, de la declaración del estado de alarma y del inicio de los confinamientos, y todos hacemos balance y repasamos estos meses marcados por el coronavirus, pero no está claro si hemos analizado los errores cometidos, si hemos extraído lecciones de la desgracia vivida y si hemos tomado medidas para que no se repitan. Aún seguimos en alarma, todavía se registran contagios, ingresos en hospitales y siguen muriendo personas por el virus, pero algunos parecen tener otras prioridades y vivir como si el virus ya formara parte del pasado reivindicando una vieja normalidad que de momento sigue siendo imposible.
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Hay que trabajar para reactivar la economía, para recuperar las relaciones y hay que seguir viviendo, pero manteniendo las precauciones de seguridad y cumpliendo la normativa, pensando que el virus sigue amenazante, que hay nuevas variedades, que las vacunas siguen sin llegar y que, después de cada relajación, cuando empezábamos a pensar que la situación estaba controlada ha llegado una nueva oleada que nos ha devuelto a la dura realidad. Ahora, todos los expertos dicen que falta menos, que con la vacunación masiva podremos empezar a recuperar cierta normalidad, pero desgraciadamente llegan a cuentagotas y con retrocesos, como ha sucedido con la suspensión temporal de la AstraZeneca, y no podemos bajar la guardia en esta recta final.
Que el recordatorio de un periodo tan luctuoso nos sirva de advertencia para no volver a cometer errores y que el tiempo pasado sirva para evaluar los fallos que se han cometido para corregirlos en el futuro: empezando por los nefastos recortes en la sanidad pública, siguiendo por el abandono de las residencias de mayores o los personalismos en las tomas de decisiones, y acabando por priorizar las inversiones públicas en sanidad e investigación..