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La pandemia del coronavirus no solo ha generado una gran crisis económica, sino que ha acelerado la transformación de las actividades de muchos sectores. Uno de ellos es el comercio, donde la venta por internet ya estaba en alza desde hace años y ahora se ha disparado todavía más por las restricciones impuestas a la movilidad y al acceso a las tiendas.

Esto está haciendo aumentar la desertización comercial de muchas calles de Lleida, donde cada vez hay más locales vacíos, hasta el punto de que, según los datos de la Generalitat, ya son casi cuatro de cada 10. Hasta hace solo un par de décadas, ser propietario de un local en la mayor parte del casco urbano era sinónimo de poder disponer de una fuente de ingresos segura, pero desde la anterior crisis en muchos casos se ha acabado convirtiendo en una rémora que solo genera gastos.

Incluso en el Eix empiezan a abundar los que están inactivos, que son la mayoría en numerosas calles, incluso en algunas que hasta hace poco más de una década tenían una notable actividad comercial. Por mucho que dentro de unos meses la actividad económica y social recobre la normalidad anterior a la pandemia, es evidente que esta tendencia es, como mínimo, muy difícil de revertir.

Esta situación obliga a plantear diversas cuestiones. Una es que los ciudadanos debemos ser conscientes de que nuestras decisiones en materia de consumo no son inocuas, sino que tienen incidencia en nuestro entorno urbano.

Otra, que los comerciantes, aparte de priorizar una atención personalizada, deben estar permanentemente al día de todas las novedades de su sector y no descartar ningún canal de venta. Además, es necesario que las zonas de mayor actividad comercial cuenten con iniciativas y ofertas de promoción global.

Por ejemplo, durante muchos años el Eix ha sido publicitado como un gran centro comercial al aire libre, pero sigue estando muy lejos de funcionar como tal. Y la tercera, que ya han apuntado en diversas ocasiones arquitectos o profesionales del sector inmobiliario, es que hay que evaluar las posibilidades de reconvertir los usos de locales situados en las plantas bajas de los edificios, ya sea en aparcamientos o incluso como viviendas, al margen de dejar de reservar para este uso las plantas bajas de los bloques de nueva construcción en los lugares donde ya de entrada está claro que no tendrán salida en el mercado.

Precisamente, los promotores catalanes destacaban hace unas semanas en Lleida el ínfimo porcentaje que representa la rehabilitación dentro de la construcción, cuando su impulso permitiría hacer más eficiente el parque de viviendas en aspectos como el consumo energético y abordar problemas como el de los locales vacíos, cuya proliferación supone un elemento de deterioro del tejido urbano. Calles de Lleida como Alfred Perenya o Príncep de Viana son una clara muestra de ello.

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