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Un terremoto ha sacudido el mundo del fútbol con el anuncio de que los clubes más ricos de Europa quieren crear una nueva competición, la Superliga, con quince equipos fundadores que serían fijos y otros cinco que accederían previa clasificación cada año. Lo anunció Josep Maria Bartomeu antes de acabar su tormentosa presidencia y se concretó ayer con el acuerdo de seis clubes británicos, los dos de Manchester, Liverpool, Arsenal, Chelsea y Tottenham, tres españoles, los dos de Madrid y el FC Barcelona y tres italianos, los dos de Milán y la Juventus, a los que se podrían añadir dos alemanes, Bayern de Múnich y Borussia de Dortmund, que en principio parecen en contra y un francés, París Saint-Germain que se lo está pensando.

En principio son los equipos que han conquistado los títulos europeos más importantes de los últimos años y también los más ricos, que con esta nueva fórmula quieren ganar aún más dinero, 3.500 millones de euros de entrada que pueden llegar a los 10.000 con los derechos televisivos y 250 millones para el ganador, más del doble de lo que recibe ahora el campeón de Europa. En contra del proyecto están las federaciones estatales y también la UEFA, que han amenazado con excluir a estos equipos de todas las competiciones nacionales y prohibir que sus jugadores participen en las respectivas selecciones.

No se ha aclarado si estos equipos seguirían participando en las competiciones estatales, pero teniendo en cuenta los calendarios anticipados con dos vueltas y fase final y que también juegan las selecciones parece complicado cuadrarlo, salvo que destinen a los partidos nacionales a sus equipos B, algo que rechazan las federaciones, que verían disminuir drásticamente sus derechos televisivos y hasta el interés deportivo de la competición. Los clubes, con Florentino Pérez como presidente de la nueva Superliga, se amparan en su exigencia de conseguir más fondos y en que son ellos quienes generan la mayoría de los ingresos de los que se benefician el resto de equipos, y quieren crear una especie de NBA cerrada para garantizarse los ingresos y no depender de cómo quedan en las competiciones nacionales, pero es evidente que la Liga, la Premier o la Lega italiana quedarían sensiblemente devaluadas sin la participación de estos clubes y se antoja complicado que se pueda celebrar un Mundial o una Eurocopa sin la participación de los mejores jugadores que ya están en estos clubes y que conseguirán una mayor concentración de estrellas porque serán los que tendrán aún más presupuesto.

Será difícil que prospere el proyecto con la oposición frontal de la UEFA y la FIFA, pero sí se abre la puerta a una negociación para que los clubes más poderosos consigan más compensaciones como llevan tiempo reclamando. Los ricos quieren ser aún más ricos y sin correr riesgos deportivos, pero la tormenta y la división en el fútbol ya están servidos.

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