La mayor regulación de empleo en banca

Tras la absorción de Bankia, CaixaBank ha anunciado la mayor regulación de empleo de la historia de la banca y la segunda de cualquier tipo de empresas en Catalunya después de Seat con 8.300 despidos, que representan el 19 por ciento de la plantilla con el cierre de 1.534 oficinas, tres de cada cuatro aportadas por la sociedad absorbida. Es una regulación de empleo brutal que se une a la tendencia de la banca en España, que en los últimos años ha ido reduciendo empleo sin excepciones hasta el punto de que se han perdido casi cien mil empleos desde que se alcanzó el punto álgido en 2008, antes de que estallara la burbuja financiera.

Es evidente que la banca está sufriendo una profunda transformación con el abaratamiento del dinero y el cambio de negocio, que se está traduciendo ya en el cobro de comisiones y en la pérdida del sentido social que aportaron en su momento las cajas de ahorro, y todo apunta a que los cambios seguirán en el mismo sentido porque el mismo presidente de la patronal bancaria, AEB, aseguró ayer que “aún hay margen para más cierres de sucursales y para más recortes”. Su explicación se basa en que están cambiando los hábitos de consumo, que se tiende a las oficinas multibanco y multiservicios y que la digitalización en la banca también es irreversible y que aún tenderá a intensificarse.

El resultado es que descenderán drásticamente los empleos bancarios para que los grandes bancos que han sobrevivido mantengan sus márgenes de beneficio y que también la atención al pequeño y mediano cliente se verá resentida. Ya se ha convertido en habitual ver largas colas ante las sucursales bancarias y todo apunta a que con los cierres y las reducciones de personal se multiplicarán y, aunque hay que entender que los directivos bancarios intenten preservar el negocio, también hay que recordar que son un servicio al ciudadano y que fue dinero público el que salvó de la crisis financiera a muchas entidades cuando estalló la burbuja.

Son malas noticias para el empleo en tiempos de pandemia y la confirmación del cambio de estilo de CaixaBank, muy lejos del espíritu fundacional y de servicio que inspiró su creación como caja.

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