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El buen ritmo de vacunación permite ver la luz al final del túnel después de un año largo para olvidar. Hace dos semanas se levantó el toque de queda.

Después se amplió el horario de la restauración, que desde el jueves ya puede abrir de las seis de la mañana a las doce de la noche, y con mesas de hasta seis comensales. Una relajación de las restricciones para frenar la Covid que no se han traducido en un aumento de contagios, al contrario: todos los indicadores mejoran día a día.

Y el camino hacia la normalidad sigue allanándose. A partir de hoy se incrementa el aforo en tiendas y en universidades del 30 al 50%, y llega hasta el 70% en el caso de los teatros.

Además, las reuniones sociales pasarán de un máximo de seis personas a diez. Parecen cambios nimios, pero tendrán consecuencias muy positivas para los castigados sectores del turismo y la cultura.

De hecho, en las casas rurales ya lo han empezado a notar, con un espectacular aumento de las reservas. Alquilar una casa con la limitación de solo poder alojarse en ella seis huéspedes no salía rentable.

En cambio, al abrirse a diez personas, los turistas se han animado. Y es que hay ganas de salir de casa, sin que eso signifique perderle el respeto a la Covid.

Se pudo comprobar este fin de semana en Lleida, con algunas calles cortadas al tráfico para convertirse en grandes terrazas. Reinó el buen ambiente y no se vieron comportamientos imprudentes o incívicos como los que obligan cada noche a desalojar a jóvenes del Born o de la playa de la Barceloneta.

La otra epidemia Si no se ha vuelto a la casilla de salida como ha ocurrido en las otras ocasiones en las que se relajaron las restricciones sanitarias es, sin duda, por las vacunas. El 27 de diciembre se administraron las primeras dosis.

Fue un gesto casi simbólico porque llegaban con cuentagotas. Pero es innegable que ahora se avanza con paso decidido hacia la inmunidad de grupo, sobre todo en las comarcas leridanas.

Tres de las cinco comarcas con más índice de población vacunada son de Lleida: el Pallars Jussà, con el 44,7% de la población con una dosis; la Alta Ribagorça (43,8%), y Les Garrigues (43,5%). El ritmo es frenético.

Las enfermeras administran veinte dosis por hora, lo que supone que cada día se inyectan 3.100 vacunas en Lleida. Y que no pare.

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