EDITORIAL
La hora de los indultos
Con la toma de posesión de Pere Aragonès y su apuesta por reabrir el diálogo con el Estado, y sin convocatorias electorales en España que puedan perjudicar sus expectativas, Pedro Sánchez ha vuelto a colocar en la agenda el tema de los indultos a los dirigentes del procés presos. Lo hizo en una rueda de prensa en Bruselas, en la que apeló a principios constitucionales como la concordia, el entendimiento y el diálogo para justificar la concesión de los indultos, añadiendo que ni la revancha ni la venganza están en la Constitución.
Un argumento inapelable que también podría haber sido utilizado hace meses, pero que según todos los indicios tendrá que esperar hasta el verano para ser llevado a la práctica. Para completar los trámites legales, falta el informe del Tribunal Supremo, que podría conocerse esta misma semana y que es preceptivo pero no vinculante según la normativa vigente desde 1870, que concede esta prerrogativa al consejo de ministros.
Es una decisión política y parece razonable que se aprueben ya si realmente se quiere empezar una nueva etapa, como han apuntado tanto desde la nueva presidencia de la Generalitat como el mismo Sánchez apelando a los principios constitucionales. La medida, que evidentemente no soluciona el problema, representaría un alivio para los presos y sus familias, que ya han cumplido un castigo exagerado, y aunque no es la amnistía que reclaman los soberanistas sí puede ser un primer paso para restablecer un clima de confianza en la mesa de diálogo, que también tendría que reunirse antes del verano.
Además, los indultos contarían con un amplio apoyo en el Congreso, respaldados por la mayoría que ha votado a Sánchez, en la que también se incluye ERC, y con el impulso decidido de Podemos, que participa en el gobierno de coalición. La medida generará amplia polémica y tal vez por esto los socialistas quieren aplazarla hasta el verano, y no contentará ni a los independentistas catalanes y mucho menos a la derecha española, que ya ha anunciado recursos judiciales y movilizaciones en la calle, pero es tan irreversible como necesaria para avanzar en la normalización de las relaciones entre Catalunya y España.
Los diferentes gobiernos españoles han concedido numerosos indultos, y pocos están tan justificados como estos, precisamente porque se han de buscar vías de diálogo y de concordia y no mantener indefinidamente la revancha y la venganza. Si desde el ordenamiento jurídico español se considera que hubo delito, los dirigentes han cumplido de sobra una pena y debe valorarse que no hubo violencia y que su libertad representará un paso hacia la normalización y para restablecer el diálogo.
El nuevo presidente catalán ha mantenido su apuesta por negociar con el Estado en circunstancias difíciles, y ahora le corresponde a Madrid aprobar también un gesto de buena voluntad. .