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Más de 200 entidades que representan al mundo económico catalán apoyaron en un acto público la ampliación del aeropuerto de Barcelona, bloqueado por el ayuntamiento barcelonés por entender que causa un daño medioambiental. La propuesta de Aena es ampliar la tercera pista y construir una nueva terminal satélite con una inversión de 1.700 millones de euros que favorecería el aumento de vuelos internacionales y el tránsito de pasajeros, pero el problema es que la ampliación afecta a la zona protegida de la Ricarda en los humedales de El Prat.

Chocan los puntos de vista de quienes reclaman que Barcelona tenga una infraestructura moderna capaz de competir con los grandes hubs internacionales con un aeropuerto competitivo y una inversión que recupere la actividad económica con quienes defienden el medio ambiente de la zona, se oponen a un modelo desarrollista y cuestionan la ampliación del aeropuerto por su impacto ecológico y por sus emisiones contaminantes. En los ayuntamientos de Barcelona y El Prat se ha impuesto la tesis proteccionista, mientras que los representantes del mundo económico defienden que renunciar a la inversión y a la mejora es dar un paso atrás y la Generalitat ha creado una mesa de análisis para buscar consensos que permitan mantener la competitividad del aeropuerto al mismo tiempo que se protege el medio ambiente.

Lo curioso es que los partidos que gobiernan Catalunya se habían quejado de que la falta de inversiones de Aena frenaba el crecimiento del aeropuerto barcelonés y le impedía convertirse en un hub internacional. Ahora, las posturas son más difusas y mientras el presidente Aragonès afirmó que no aceptará posturas binarias, pero que no apostará por un modelo desarrollista con la sobreexplotación del territorio, su vicepresidente, Jordi Puigneró, de JxCat, aseguraba en el Parlament que “Catalunya no puede permitirse el lujo de no tener un aeropuerto preparado para la economía del siglo XXI”.  Precisamente ha sido el exconseller con Artur Mas, Andreu Mas-Collell, quien en el acto empresarial defendió que Barcelona tenga un aeropuerto de primera y que las obras de ampliación pueden tener un impacto medioambiental positivo porque la propuesta de Aena contempla ampliar la zona protegida del delta del Llobregat, multiplicando por diez la protección de cada hectárea afectada por la ampliación.

Es decir, que las diferencias son más ideológicas y de modelo económico que estrictamente medioambientales y entre quienes vinculan el crecimiento económico a la ampliación del aeropuerto y quienes apuestan por un modelo menos masificado. El peligro es que se pierda la inversión y también la oportunidad de adaptar el aeropuerto a las exigencias del siglo XXI.

Que debatan y se pongan de acuerdo pronto y tengan en cuenta también el futuro de los aeropuertos de Reus, Girona, Alguaire y La Seu d’Urgell. .

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