EDITORIAL
Indultos para el diálogo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmó en su conferencia en el Liceu que el consejo de ministros de hoy aprobará los indultos a los nueve dirigentes del procés que están en prisión. Como también estaba anunciado, la medida no ha gustado a la derecha española, que, en unos casos, Pablo Casado le acusa de dar un golpe a la legalidad para un cambio de régimen en España y, en otros, Arrimadas, de “arrodillarse ante los separatistas, que ya le han dicho que no piensan parar”; ni tampoco a los independentistas que consideran, en unos casos, la medida insuficiente porque exigen la amnistía y, en otros, hablan de un triunfo sobre las debilidades del Estado.
Sánchez explicó los motivos por los que aprobará estos indultos como un primer paso para restablecer la concordia y la convivencia en Catalunya, recordando que “la confrontación no ha servido para resolver ningún problema, tan solo los ha hecho más numerosos y agudos”, y que con el indulto ni se revoca, ni se cuestiona la sentencia condenatoria, marcando distancias con Puigdemont al explicar que la medida de gracia se concede a quienes asumieron las responsabilidades de sus actos. Sánchez es consciente de que los líderes independentistas no cambiarán sus planteamientos y así lo dijo, pero sí que hizo un llamamiento para poner el acento en lo que nos une a todos, acabando con que “no puede haber una nueva España sin una nueva Catalunya al frente” y un mensaje de estima hacia los catalanes.
Como mínimo, y al margen de la ideología de cada cual, hay que reconocerle que es una decisión valiente, que le ha provocado choques en su partido y que le puede costar votos en España en el futuro, sin que tenga la garantía de que en Catalunya se le entienda y que se acepten estos indultos como un primer paso para el diálogo, pero es la decisión que correspondía ahora que no tiene nada que ver con la política de la derecha con Catalunya. Es una decisión política que cuenta con el respaldo del Congreso y que ha sido apoyada por instancias tan diversas y tan poco proclives a alinearse con los socialistas como la patronal o el episcopado y, aunque se anuncien recursos, tampoco se atisban obstáculos jurídicos porque es competencia del Gobierno, y todos lo han hecho con más frecuencia que el actual, por lo que hay que aplaudir la medida, primero porque supone acabar con el sufrimiento de los presos y sus familias y, en segundo lugar, porque puede y debe ser un primer paso para reabrir el diálogo.
Sería un error plantearlo en términos de victoria de unos y derrota de otros, porque nadie se plantea los indultos como un fin en sí mismo, sino como un instrumento. En esta línea dependerá de la buena voluntad y la disposición al diálogo que muestren las partes.
Por la vía de la confrontación que defendía el PP o la unilateralidad, ya vemos como ha ido. Toca dar una oportunidad a.
la vía Sánchez.