EDITORIAL
La cara es espejo de la mejora de la pandemia
Adiós a la mascarilla, aunque con mucha prudencia, después de 352 días. Miles de leridanos pudieron lanzarla ayer al aire y mostrar de nuevo todo el rostro en los espacios exteriores al levantarse parcialmente su obligatoriedad, gracias al alto ritmo de vacunación que, según todas las previsiones, podría llegar a la inmunidad de rebaño a finales de agosto.
De hecho, gran parte de las personas mayores de 60 años ya tienen las dos dosis o toda la pauta completa con Janssen, a excepción de los de 60 a 65 años, cuyas segundas dosis de AstraZeneca se están inyectando estos días. España impuso la obligatoriedad de llevar mascarilla si no había distancia de seguridad el 20 de mayo del año pasado, y el Govern catalán la generalizó sin excepciones el 9 de julio.
Ahora, Estado y autonomías han pactado su fin, de modo que España se suma al resto de países del entorno más próximo que ya lo han hecho (Francia o Grecia) o lo harán en breve (Italia, el lunes). Esta relajación, unida a la disminución de restricciones en la hostelería, turismo, comercio y reuniones privadas o públicas, está devolviendo una relativa normalidad a nuestra cotidianidad y estimula la reactivación económica.
Evidentemente la pandemia no se puede dar por superada, porque los contagios se centran ahora en la gente joven, que, aunque la pasan de forma asintomática o leve, corren el riesgo de transmitirla a personas mayores con una sola dosis o que por lo que sea no están vacunados. Los menores de 30 años tienen muy pocas posibilidades de enfermar de forma grave y saturar la asistencia sanitaria, pero sí conviene evitar brotes como los de estudiantes que se están dando estos días para no volver a contaminar a la comunidad.
Además, está creciendo exponencialmente la variante Delta o lndia, que todos los expertos apuntan a que es más fácil de propagarse y cuya resistencia a las actuales vacunas es mayor. Todos estos elementos nos conducen a hacer una llamada a la prudencia.
De hecho, ayer por las calles de Lleida se apreciaba una cordura generalizada a la hora de despojarse de la mascarilla, e incluso muchos las llevaban en ámbitos donde ya no es preceptiva. Estamos en la buena senda, no queramos correr más de lo necesario.
Las amenazas de Aznar Sorprende, cuando no asusta, las declaraciones del expresidente del gobierno español, José María Aznar, amenazando literalmente a los empresarios catalanes y a la iglesia, que han dado su apoyo a los indultos del presidente Pedro Sánchez a los presos del procés.
Es intolerable que alguien que envió a una guerra a España sin la más mínima prueba de armas de destrucción masiva en Irak tenga la osadía de amenazar a colectivos por cumplir la ley. .