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Se esperaba una remodelación del gobierno de Sánchez cuando le quedan dos años y medio de legislatura y había ministros con claros síntomas de desgaste, conatos de enfrentamiento o errores más o menos clamorosos y el cambio ha sido en profundidad y más significativo por los que se van que por los que entran, con un perfil muy identificado con el partido, que sale reforzado y se impone en el gobierno que ha de gestionar la recuperación.

No ha habido cambios en los ministerios de Podemos, pese a que Garzón y Castells tenían muchos números, porque no era cuestión de alterar los equilibrios tras la marcha de Pablo Iglesias, pero sí ha habido un reforzamiento del peso del PSOE con la entrada de ministras afines a los barones más críticos y sobre todo con la salida de quien más ampollas había levantado en la sede de Ferraz. Salen tres pesos pesados del ejecutivo, la vicepresidenta primera Carmen Calvo, que había sido desde la llegada de Sánchez su mano derecha y que ya parecía amortizada, sale de forma más sorprendente el titular de Transportes, José Luis Ábalos, que también era el secretario de organización del partido, y sobre todo se va el jefe de gabinete, Iván Redondo, al que se consideraba auténtico inspirador de muchas de las decisiones de Sánchez y al que se le otorgaba un poder muy por encima de las competencias de un jefe de gabinete.

Paga sus errores con la moción de Murcia y el adelanto electoral en Madrid, que mostró las debilidades del partido en el que no despertaba ninguna simpatía y Sánchez se refugia en viejos colaboradores como Félix Bolaños, que ya era secretario general de presidencia, y Óscar López, nuevo jefe de gabinete tras haber colaborado con Sánchez, distanciarse después en las primarias al apoyar a Patxi López y acabar después en la presidencia de Paradores.

Menos sorprendentes son las salidas de González Laya, criticada por su gestión en Exteriores; Celaá, con una gestión agotada en Educación; Campo, desgastado en Justicia por los indultos; Pedro Duque, del que no se conocen aportaciones en Ciencia y Tecnología, y Rodríguez Uribes, que también ha pasado sin pena ni gloria por Cultura. Siete cambios que podrían haber sido más porque tampoco la gestión de Maroto en Turismo es para estar satisfecho, Marlaska en Interior ha recibido muchas críticas o la misma vicepresidenta Ribera no ha acertado con el nuevo recibo de la luz y sigue habiendo claroscuros con la transición energética.

La crisis ha demostrado que la mujer fuerte sigue siendo Nadia Calviño, imprescindible en la negociación con Europa, que asciende a la vicepresidencia primera, y que hay voluntad de restañar heridas en el PSOE de cara a su congreso con la incorporación de ministras que habían sido partidarias de Susana Díaz y que se perfilan como sucesoras de algunos de los barones críticos.

Y Sánchez ha vuelto a demostrar que quien manda es él..

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