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El caso de la profesora de Bellvís cuya identidad ha sido suplantada utilizando una fotocopia de su DNI para crear páginas digitales y abrir cuentas bancarias para perpetrar diversas estafas muestra la indefensión en que nos encontramos los ciudadanos en la selva digital.

Ha bastado con que alguien se hiciera con una fotocopia de su DNI para que a continuación pudiera crear páginas digitales en las que ofrecía aspiradoras baratas que no se llegaban a entregar y abrir cuentas a su nombre para que la titular del documento se viera implicada en diversas estafas que se iban perpetrando e incluso investigando sin que ella tuviera la menor noticia e incluso para que su entidad bancaria le conminara a retirar el dinero de la cuenta que tenía abierta desde hace quince años y en la que no han dejado que se ingresara su nómina. De entrada, con la usurpación de su DNI pasó a ser sospechosa de la estafa que se hacía con las ventas inexistentes pero que se ingresaban en una cuenta a su nombre y luego se desviaban sin que la implicada tuviera conocimiento y ninguna notificación.

También ha pasado a ser sospechosa para su entidad bancaria, que conoció su situación de investigada antes que la propia interesada, y evidentemente ha sufrido perjuicios económicos y morales por las investigaciones abiertas y su presunta inclusión en una lista negra.

Lo más preocupante es que nos puede pasar a todos porque presentamos el DNI en los registros de hoteles o campings o para las gestiones más variadas en las que hay que identificarse y porque, a la vista de lo sucedido, con una fotocopia obtenida fraudulentamente se pueden crear páginas de internet, y lo que es más grave, abrir cuentas bancarias y operar con ellas sin contar con la firma o la autorización del titular. Siempre ha habido casos de suplantación de personalidad o de utilización indebida de identidades para estafas u operaciones sospechosas, pero con las redes sociales se ha multiplicado el abanico de oportunidades de estafar y habría que preguntarse por qué los bancos, tan exigentes para otras operaciones, actúan con esta laxitud a la hora de abrir cuentas sin que el cliente esté presente o firme la documentación.

La presión por triunfar Son los demonios en la cabeza, dijo la gimnasta norteamericana Simone Biles para explicar su retirada de la competición tras un ataque de ansiedad.

Había acudido a Tokio con la presión de conseguir seis medallas de oro y convertirse en la gimnasta más laureada de la historia, pero su cabeza no ha aguantado.

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