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Desconocemos a día de hoy cuáles han sido las circunstancias de la muerte de un matrimonio en un céntrico piso de Balaguer y si ha habido intencionalidad, accidentalidad, enfermedad, voluntad o simplemente mala suerte, pero cualquiera de las posibilidades son igual de tristes y desesperanzadoras. La crisis de la Covid ha visibilizado la problemática social que tenemos todos con nuestros mayores. Vivir en la casa propia con cuidadores, sean de la familia o no, o residencias son las únicas alternativas con las que cuentan las personas que por edad ya no tienen la autonomía ni la movilidad para afrontar con seguridad y confort la cotidianidad.

En Lleida, cada vez hay más personas que viven solas y en los próximos 15 años esta tendencia irá al alza. Según una proyección del Instituto Nacional de Estadística (INE), de aquí a 2033 habrá un total de 66.038 hogares unipersonales en la provincia de Lleida, lo que supone un incremento del 30% con respecto a 2018, con 51.000. Las cifras muestran que los leridanos que viven solos han aumentado un 13% en solo cuatro años, ya que en 2014 había 45.200 hogares unipersonales en Ponent y el Pirineo, a los que hay que sumar, en cifras muy similares, hogares con solo dos personas.

Las entidades sociales alertan sobre todo de la soledad con la que estos vecinos se enfrentan a sus necesidades del día a día, de la enfermedad y curas o del próximo futuro. Según el INE, tres de cada diez hogares unipersonales de la provincia de Lleida son de personas mayores de 65 años, con un total de 16.100. Se trata de ciudadanos solteros, separados o que se han quedado viudos y no conviven con ningún hijo o familiar.

Vivir solo en la juventud o la madurez es una opción como otra cualquiera, pero más allá de los 80 años es una complicación a la que hay que dar respuesta. Las administraciones tienen la obligación, moral y política, de buscar ampliar el abanico de posibilidades de vivir la tercera edad con la dignidad que merecen estos ciudadanos, porque si bien es cierto que muchos ayuntamientos, entidades sociales y la propia Generalitat disponen de servicios de cuidadores y de alarma ante cualquier peligro, faltan estructuras y personal para dar abasto a sus muchas necesidades. Ayuntamientos activosAnte vicisitudes meteorológicas como la que estamos atravesando, con la asfixiante ola de calor, se pone de relieve la importancia de los servicios de proximidad que ofrecen los ayuntamientos.

En Lleida, ya son varios los que han decidido abrir sus piscinas de forma gratuita y otros que han iniciado el servicio de atención a las personas con pobreza energética, a las que viven solas, etc. En la contrariedad se da más valor a los consistorios activos. .

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