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EDITORIAL

Oportunidades tras el fin de los peajes

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El 1 de septiembre, a las 0.00, se alzarán para siempre las barreras de los peajes de la AP-2, así como los que quedan de la AP-7, que durante los 44 últimos años ha conectado Lleida con Tarragona y el Mediterráneo, por la parte catalana, y con Zaragoza por la parte aragonesa. El corredor dejará de ser de pago y se transformará en autovía compensando un agravio histórico que han padecido nuestras comarcas, que no tenían otra alternativa de salida a la playa que la N-240, que, si bien en la parte de Tarragona ha ido introduciendo mejoras, de Montblanc a Lleida es y ha sido una vía lenta y con alta siniestralidad, con un recorrido entre Les Borges y Lleida con muchos muertos en su haber. El único cambio visible para los conductores, además del previsible aumento de tráfico al ser gratuita, será que se dispondrá la pertinente señalización y balizamiento en las zonas donde había barreras para que los usuarios reduzcan la velocidad al pasar por ellas.

Una excelente noticia pues para los conductores, tanto del tráfico pesado como de turismos, y que hay que aprovechar en todas sus vertientes. Primero para mejorar la seguridad viaria, sin duda lo más importante, y segundo para conectar los municipios por los cuales discurre la nueva autovía y crear sinergias mucho más activas de las existentes. Es evidente que hay muchos municipios de Lleida que perderán ingresos considerables por el fin de la concesión, pero el nuevo eje abre otras muchas posibilidades socioeconómicas que hay que saber aprovechar e impulsar.

También es necesario que la mejora que este levantamiento de barreras comporta no frene ni relegue la necesaria remodelación de la N-240, que dará un gran paso con la construcción del túnel del Coll de Lilla ya en obras, pero que tiene pendiente el tramo entre Montblanc-Les Borges-Lleida, que incluye la entrada a la capital y es uno de sus principales puntos negros.Desconectados en el siglo XXIEl ayuntamiento de Puigverd de Lleida ha denunciado que el municipio lleva tres semanas con problemas varios de telefonía. El de Artesa de Lleida también expresó sus quejas por quedarse al menos tres días sin internet. A mediados de julio otra incidencia dejó sin móvil ni acceso a la red a la mitad de vecinos de L’Albagés.

Podríamos poner más ejemplos para demostrar las carencias en interconectividad que padecen a menudo municipios pequeños, lo que cuesta de entender a estas alturas del siglo XXI. El teletrabajo que llegó con la pandemia ha venido para quedarse, por lo que las administraciones deben velar para que las compañías de telecomunicaciones presten el servicio que pagan, y a precios exorbitados en muchos casos, los usuarios. Porque tienen los mismos derechos los que viven en zonas rurales como los de las grandes urbes.

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