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A raíz de la pandemia, nuestros hábitos han ido cambiando paulatinamente según avanzaban las oleadas de Covid. La actividad se paralizó y poco a poco hemos reincorporado costumbres a la nueva realidad después de meses aparcadas. El ocio nocturno quedó totalmente anulado y, con la flexibilización de las restricciones, ha ido recuperándose aunque muy tímidamente y con un horario que nada tiene que ver al que regía antes del marzo del pasado año.

El último levantamiento abrupto del toque de queda ha ido acompañando de la proliferación de botellones de madrugada, que no deja de ser una de las consecuencias del cierre de locales nocturnos. En primavera ya fuimos testigos de reuniones de jóvenes en la canalización de Lleida coincidiendo con el levantamiento del estado de alarma y el fin de curso y, más recientemente, nos estábamos acostumbrando a los excesos que se producían en grandes urbes, como Barcelona, o en zonas turísticas, especialmente las costeras. Pero lo visto este fin de semana en Alpicat no tiene parangón.

Aprovechando que este municipio del Segrià celebraba su fiesta mayor, fueron cientos los jóvenes que la madrugada del sábado al domingo se citaron, a través de las redes sociales, para participar en un botellón en la zona conocida como el Tossal. Cabe señalar que los actos festivos concluyeron a la hora que marca la normativa y que prácticamente todos los vecinos respetaron estos horarios. Porque buena parte de los concentrados provenían de otras poblaciones, tanto de la comarca como de otras limítrofes, que se desplazaron sin tener que seguir ningún toque de queda.

Las imágenes que vimos ayer eran de un descontrol total, con una joven herida arrollada por un conductor, ebrio y sin carnet, que se dio a la fuga y que volcó con su coche unos cientos de metros después; decenas de vehículos con destrozos, incluso en el centro del municipio, y abucheos e intentos de ataques a los mossos, y también a las ambulancias, cuando acudieron al lugar del accidente. En definitiva, una situación intolerable y totalmente injustificable. Porque es muy lícito que los jóvenes quieran divertirse después de un año aciago, pero todos hemos sufrido en mayor o menor intensidad las consecuencias de la pandemia y, si queremos superarla, debemos respetar unas ciertas normas que son de sentido común.

A nadie le interesa vivir en un estado policial aunque, viendo ciertos comportamientos, parece claro que vivimos en una sociedad inmadura que requiere del control externo. Así, sería lógico que el Tribunal Superior de Justicia atendiera hoy la petición del Govern para reinstaurar el toque de queda, lo que ayudaría a contener los excesos de estos días y, por supuesto, sería un freno a los contagios y evitaría una nueva ola que, si no nos mostramos más responsables, seguro que llegará más pronto que tarde..

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