EDITORIAL
El virus y el control de las residencias
No nos cansaremos de repetir una y mil veces que el trabajo llevado a cabo por los empleados, básicamente empleadas, de las residencias en la crisis sanitaria que comenzó en marzo de 2020 y que todavía hoy arrastramos es encomiable y elogiable y que muchas de estas trabajadoras sociosanitarias se convirtieron en auténticas heroínas que ayudaron a salvar muchas vidas. Pero este reconocimiento al personal, con sueldos bajos y precarios, no puede ocultar que la gestión de los geriátricos en la pandemia del coronavirus fue un auténtico desastre, sobre todo al principio, y que muchos de los fallecimientos podían haberse evitado con más medios, organización y rigor administrativo. De todas las lecciones que debemos aprender de lo vivido a lo largo de este año y medio, la primera a subsanar es la dirección y control de los geriátricos.
Ni podemos ni debemos olvidar lo ocurrido. Y ahora, justo cuando comenzamos a comprobar que las vacunas han frenado la sangría de muertos y que son efectivas, un escalofrío vuelve a invadirnos con los 9 fallecidos en centros geriátricos de Catalunya (siete en Girona y dos en Tarragona). Y con toda la prevención a que el desconocimiento de los hechos nos obliga y la responsabilidad que tenemos como medio de comunicación de no difundir nada que no esté confirmado y contrastado, exigimos de la Generalitat una investigación inmediata sobre la denuncia interpuesta ante la Justicia por una de las familias de los fallecidos, apuntando a que el contagio vendría de algún empleado con Covid que, incumpliendo la normativa y sentido común más elemental, acudió a su puesto de trabajo a sabiendas de que era positivo y el centro no llevó a cabo los controles pertinentes.
Todos estamos expuestos a irresponsabilidades individuales, pero el Govern tiene la obligación de aclarar lo sucedido y, si fuera necesario, tomar drásticas medidas contra quienes hubieren provocado este nuevo drama. En ningún caso podemos repetir los errores del 2020 porque en aquel momento existía el factor desconocimiento mundial y la rápida e infernal propagación del coronavirus, ahora no. El Pirineo, potencia turísticaLas cifras de ocupación hotelera de julio muestran la misma tendencia que el pasado año, el Pirineo de Lleida es el menos perjudicado turísticamente hablando por la crisis sanitaria.
La no dependencia de extranjeros y el aumento del turismo nacional y estatal han arrojado cifras muy similares a antes de la pandemia y en el caso de Aran, las supera. Todo el sector debe aprovechar este tirón propiciado por la Covid y la satisfacción mostrada por los visitantes para seguir en la senda del turismo de calidad y la mejora de la oferta. Es una gran oportunidad.