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EDITORIAL

La casa por el tejado y suspenso general

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El 2 de agosto parecía que el pacto entre la titular de Transportes del Gobierno español, Raquel Sánchez, y el conseller de Infraestructuras de la Generalitat, Jordi Puigneró, era sólido y que desembocaría en la tan demandada desde hace muchos años ampliación del aeropuerto de El Prat, a través de una tercera pista que pudiera acoger más vuelos intercontinentales, y homologarse así a los de las principales capitales europeas.

El acuerdo venía a cumplir las peticiones de más de 200 empresarios catalanes que desde hace años perseguían una equiparación del aeropuerto de Barcelona con el de Madrid. En el documento inicial no se hablaba de La Ricarda ni de la afectación a esta laguna artificial, procedente de la desembocadura del río Llobregat e incluida en el PEIN y la Red Natura 2000, y se dejaba para más adelante la concreción de la afectación medioambiental en este espacio y cómo superarla o compensarla.

Impacto que, cabe recalcarlo, debía revisar, avalar o reordenar la Comisión Europea, como hizo con las aves del Segarra-Garrigues, por poner un ejemplo.

Este anuncio de una inversión millonaria de 1.700 millones de euros y centenares e incluso miles de puestos de trabajo se hizo sin ni una exposición previa a los ayuntamientos afectados o ecologistas y mucho menos un debate sobre la economía del presente y del futuro a la que aspira Catalunya. Como era lógico, cuando uno comienza una casa por el tejado, los cimientos difícilmente aguantan.

Si a esto le añadimos las pugnas políticas entre ambos gobiernos y las sensibilidades distintas tanto dentro del ejecutivo español como en el catalán, ya tenemos el cóctel que ha terminado por aparcar el proyecto antes de empezarlo.

La ministra Sánchez, que se reunió con Puigneró y otros miembros de ambas administraciones antes de anunciar la ampliación, ahora rompe el pacto unilateralmente por cuatro tuits y tres declaraciones públicas. Lamentable.

Por su parte, el gobierno catalán comparte responsabilidades porque no se puede estar en misa y repicando.

Así, mientras algunos consellers apostaban por intentar corregir el impacto ambiental a la Ricarda en el plan director, otros ya anunciaban que irían a la manifestación contra la ampliación del aeropuerto.  Iniciativa per Catalunya ya cometió el error de ser gobierno y oposición en el tripartito de Pasqual Maragall y ya saben ustedes cómo lo pagó. Por no hablar de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que abiertamente se opone al proyecto y hace campaña en su contra. Todos los ciudadanos quieren preservar el medio ambiente, utilizar el transporte público y reducir los índices de CO.

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que amenazan el planeta, pero precisamente porque estamos en el siglo XXI hemos de encontrar la manera técnica y estructural de salvaguardar el entorno natural que nos rodea sin dejar de crear riqueza y progreso para los ciudadanos. Esta es la responsabilidad de gobernar.

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