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Pablo Casado protagonizó ayer en la plaza de toros de València el mitin más espectacular de su historia como presidente del PP. Los tres años y dos meses que lleva como líder de los conservadores ha cargado con el lastre de la corrupción, su partido ha descendido hasta los 66 escaños y ha sufrido crisis internas graves, como la última vivida con Isabel Díaz Ayuso por el control del partido en Madrid. Ayer, sin embargo, los populares volvieron a un escenario icónico para ellos, el que se relaciona con las mayorías absolutas de José María Aznar y Mariano Rajoy y Casado se dio un baño de masas con más de 12.000 personas y obtuvo el compromiso de la lideresa de Madrid de que no quiere ocupar su puesto y que puede contar con ella para el asalto a la Moncloa.

Ahora, debe decidir si quiere ser una alternativa de gobierno al estilo de sus homólogos de la UE, centristas y pactistas o simplemente aspira a recuperar los votos de Vox, lo que les situaría muy a la derecha de los grandes partidos conservadores europeos.

De la decisión que tomen Pablo Casado y sus hombres y mujeres de confianza depende buena parte de los grandes temas que están sobre la mesa para modernizar España y muchas de las estructuras del Estado, sobre todo la judicial y el diálogo con Catalunya recién iniciado. Por lo oído ayer en las declaraciones de València, todo apunta a una competición con la extrema derecha para ver quién es más español y más de derechas.

Fira, arranca la recuperación

A falta del balance final, los 100.000 visitantes y los negocios cerrados o iniciados en la Fira de Sant Miquel, que ayer cerró su primera edición tras tener controlado el coronavirus, podemos destacar como buenas noticias la presencialidad de los visitantes y la recuperación del contacto in situ entre vendedores y compradores.

Es evidente que todavía estamos en pandemia y tanto el acotado aforo, como el mal tiempo de ayer tarde y las todavía reticencias de muchas personas a acudir a sitios con aglomeraciones, comportan que las cifras no sean las mejores de la historia, pero sí son un buen pulso para la recuperación económica que la estabilización del virus ha de traernos. Sant Miquel, además, hace ya años que no solo es un escaparate de maquinaria agroganadera, también es un foro de debate de la situación actual de estos sectores agrolimentarios y sobre todo un indicador de los caminos a seguir para conseguir mejores productos y mercados.

Por otra parte, tanto las ayudas europeas como las nuevas tecnologías y diversificación económica han tenido en esta edición un apartado fundamental y vital para que Lleida pueda seguir siendo la capital de producción agraria de Catalunya.

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