EDITORIAL
El final de las restricciones
Después de todo lo que hemos pasado en estos últimos dieciocho meses, es una excelente noticia que mañana viernes se acaben las restricciones que hemos venido padeciendo y que han lastrado la actividad ciudadana y también económica hasta provocar la mayor crisis padecida en los países occidentales desde las guerras mundiales.
Es una excelente noticia sobre todo porque representa un control sanitario de la pandemia con un sensible descenso de fallecimientos y también de pacientes críticos ingresados en las UCIS que por primera vez en un año son menos de cien en Catalunya y también es una gran noticia para los sectores más perjudicados, porque a partir de mañana se permitirá el cien por cien de aforo en bares y restaurantes o en espectáculos deportivos y culturales, al igual que en bibliotecas, ferias, congresos o parques de atracciones. Se mantiene la limitación del 70 por ciento para el ocio nocturno, el 80 por ciento para los eventos deportivos en espacios cerrados y también el uso de mascarilla en recintos interiores, porque todavía no hemos accedido a la plena normalidad, y aún costará, y porque todavía siguen registrándose nuevos casos, que afortunadamente gracias a la vacunación no revisten la gravedad de los meses anteriores.
En este sentido, los expertos advierten que será imposible alcanzar la tasa cero de Covid y que habrá que acostumbrarse a convivir con el virus, como ya lo hacemos por ejemplo con el de la gripe.
Algo que obligará a mantener campañas de vacunación y ciertas prevenciones como el uso de mascarilla o la prudencia aconsejable, pero se abre un escenario de paulatina normalización de la vida ciudadana. Más complicado será recuperarse de las secuelas generadas por la pandemia, empezando por las sanitarias con aumento de las listas de espera, retraso en las operaciones programadas y, como hemos recordado este fin de semana, incremento de las enfermedades de salud mental, que obligarán a mantener los esfuerzos sanitarios.
Capítulo aparte será la recuperación económica con el incremento de la deuda de todas las administraciones públicas y los problemas de las empresas para volver a la actividad previa a la pandemia.
Aquí tienen que ayudar los fondos comunitarios y los presupuestos expansivos de las administraciones que incentiven la inversión y protejan a los sectores más desfavorecidos. En esta línea van los presupuestos del Estado para el año que viene, aunque contrasta el optimismo del Gobierno con las rebajas del Fondo Monetario Internacional que ha recortado medio punto la previsión de crecimiento en España, colocándola por detrás de Francia o Italia.
Todo dependerá de la evolución del precio de las materias primas, disparadas a remolque de la luz y el gas, y de que se controle la inflación, pero al menos hemos salido del túnel y la subsiguiente paralización que representaba la pandemia.
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