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Ayer se celebró el Día Internacional contra las violencias machistas y sigue siendo más necesario que nunca insistir en que se deben denunciar actuaciones machistas y exigir condenas más firmes. Los juicios por malos tratos o por casos de violencia machista se han convertido en habituales en los juzgados, las denuncias han aumentado un 15 por ciento y durante lo que llevamos de año solo en Lleida se han registrado más de tres denuncias diarias y ha habido que lamentar once mujeres muertas en Catalunya por la violencia machista, lo que demuestra que el drama sigue más vigente que nunca. Y con ser graves estas cifras, lo más dramático es que solo salen a la luz una pequeña parte de los casos que se registran, que se ha perdido parte del miedo a denunciar los casos pero que sigue existiendo el temor ancestral a denunciar a quien maltrata, en unos casos por indefensión económica o social de la víctima, en otros por el riesgo, mal entendido pero real, de que los entornos familiares o sociales culpabilicen a la víctima, en otros por resignación o por justificarlos en base a atavismos sociales o religiosos y hasta por entenderlo como una falsa y criminal normalidad.

Las fuerzas de seguridad explican que los casos denunciados son apenas una punta del iceberg de la situación real de mujeres maltratadas, que en un 80 por ciento de los casos no llegan a denunciarlo, ante el que hay que rebelarse porque cada caso es un atentado contra la dignidad, contra la igualdad y contra toda la sociedad. Es una cuestión judicial, policial, pero también social y educativa en la que tiene que involucrarse toda la sociedad, dotando de medios para proteger a las víctimas, para acogerlas en un entorno libre de amenazas, de medios para perseguir y castigar a los maltratadores y de conciencia social para que nadie pueda justificar ningún mal trato por leve que pueda considerarse. Tan preocupante como los casos denunciados es el miedo con que tienen que vivir muchas mujeres amenazadas que han tenido que pedir protección, 170 solo en Lleida, y que desgraciadamente cualquier día pueden pasar a engrosar la estadística de víctimas.

Hay un amplio consenso político en condenar estas actitudes, y ayer todos los partidos salvo Vox ratificaron el pacto contra la violencia machista, pero seguimos avanzando muy despacio para erradicar esta lacra en la que a veces sobran palabras y gestos simbólicos y faltan presupuestos y reformas legales en profundidad. Porque además de las mujeres, los grandes perjudicados son los niños, ya que cuatro de cada diez víctimas de violencia machista conviven con sus hijos que tienen que ver como el maltrato se convierte en algo habitual y se deteriora la convivencia familiar. Es urgente que todos nos rebelemos ante cada caso que representa un fracaso de toda la sociedad.

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