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Desde medianoche de ayer es obligatorio en Catalunya exhibir el certificado de vacunación para acceder a bares, restaurantes, gimnasios o residencias con una aplicación desigual: estricta en gimnasios y residencias donde hay que pasar por una recepción donde se reclama y más laxa en la hostelería donde sí es cierto que se han colocado los carteles que exigen el pasaporte Covid, pero ya depende del establecimiento el rigor a la hora de exigirlo y desviar al cliente que no lo tiene a la terraza, prohibiéndole la entrada. Sí que pudimos registrar ayer alguna muestra de enfado de quien aún no tenía el certificado y no le permitieron acceder al interior de algún establecimiento y también se advirtió de algo que ya sucedía en locales de ocio con intercambio de certificados y que algún no vacunado utiliza el de un amigo ya vacunado, pero en líneas generales durante este primer día se aplicó con normalidad la restricción, con buena colaboración por parte de la hostelería, que tiene que asumir ahora el control y la verificación de los certificados, y elevado nivel de responsabilidad de la ciudadanía, salvo las excepciones de rigor, que es consciente de que todos tenemos que colaborar si queremos evitar que se agrave la pandemia y volvamos hacia atrás. En cualquier caso, el primer objetivo del certificado Covid ya se ha conseguido con el incremento de vacunaciones registrado en los últimos días ante la amenaza de no poder salir al bar, comer fuera o viajar en vacaciones.

Un sector de los reticentes a las vacunas, los que tenían pereza de pedir la cita o acudir a los centros de vacunación, son los que ahora han corrido para conseguir el certificado a tiempo y no padecer restricciones y es un sector significativo como muestran las cifras récord de vacunación de los últimos días en primera dosis y como han vuelto las colas después de que hubieran quedado estos centros semivacíos. Con este impulso se ampliará el segmento de los inmunizados, pero es evidente que un sector de los no vacunados, más ideologizado, se mantendrá firme en su decisión, pese a que las evidencias estadísticas corroboran que corren más riesgo de contagiarse y de que la enfermedad puede revestir más gravedad. El caso del líder de los negacionistas italianos, Lorenzo Damiano, que ha pedido a la gente que se vacune cuando ha tenido que ser ingresado en el hospital por Covid es significativo.

Pero la tendencia es que todos los países aumenten las restricciones a quienes no quieran vacunarse; Alemania anunció la vacunación obligatoria, Andorra la exige para quienes vayan a trabajar al país y Austria se lo plantea. En el caso español con la normativa actual, no se puede obligar a la vacunación, pero sí se pueden imponer restricciones a quienes no estén vacunados y en este sentido parece absurdo que en las residencias se exija el certificado a los visitantes y no a los trabajadores, con más riesgo de contagio.

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