EDITORIAL
Sin presupuestos y a pedir la confianza
Por primera vez en la reciente historia municipal de Lleida, el pleno ha rechazado los presupuestos elaborados por el equipo de gobierno y el alcalde Pueyo tendrá que someterse, en aplicación de la normativa, a una cuestión de confianza, que de no conseguirse abriría la puerta a que la oposición planteara la moción de censura. No parece que por la correlación de fuerzas exista la menor posibilidad de que prospere una moción de censura alternativa, pero es evidente que el equipo de gobierno ha sufrido una severa derrota que perjudica a la imagen de estabilidad y a los mismos planes municipales, además de poner en entredicho su capacidad negociadora. El equipo de gobierno confió en el apoyo del Comú y de hecho escenificaron el pacto presupuestario el pasado 25 de noviembre con una rimbombante ceremonia en la que el portavoz de los comunes aseguró que no quería buscar enfrentamientos partidistas para aprobar las cuentas, añadiendo que eran buenas gracias a unos fondos europeos sin precedentes desde 1945.
En estos quince días han cambiado de opinión, ya no prestan su apoyo y además lo justifican con supuestos incumplimientos de Junts y críticas a la gestión de participación ciudadana. Ellos sabrán si esto no es enfrentamiento partidista y si es motivo suficiente para dejar a la ciudad sin presupuestos y al equipo de gobierno en el aire pendiente de una moción de confianza. Pero al margen de la volatilidad de la opinión del Comú, también hay que reprochar que al equipo de gobierno le ha sobrado confianza y le ha faltado capacidad negociadora para encontrar apoyos más sólidos que permitieran sacar adelante el proyecto más importante del año en unos momentos decisivos por el impacto de la pandemia y la posibilidad de gestionar fondos que faciliten la recuperación económica.
Después de conocerse la abstención del Comú, durante toda la mañana de ayer hubo gestiones infructuosas para conseguir el apoyo del concejal no adscrito ex de Junts o la abstención del PP, pero desde las filas socialistas se quejan de que ni se les había facilitado a tiempo el proyecto ni habían recibido ninguna llamada para negociar, pese a que por ejemplo el año pasado el PSC se abstuvo en la votación de los presupuestos. Todo apunta a que se ha aplicado el mismo criterio que con los presupuestos de la Generalitat de no contar con quien es considerado el primer adversario y buscar socios alternativos, marcando unas líneas rojas que por ejemplo no se aplican en la Diputación de Barcelona. En el Parlament funcionó la estrategia, pero en la Paeria ha fracasado y ahora habrá que esperar a que se solucione la inestabilidad y se consigan los apoyos necesarios, con los consiguientes retrasos en momentos cruciales, pero una vez más se ha perdido la oportunidad de colocar los intereses de la ciudad por encima de las estrategias partidistas, que es lo que querríamos los ciudadanos.