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La Universitat de Lleida está estos días de celebración, ya que ayer se conmemoraba el 30 aniversario de su creación, tras aprobarla por ley el Parlament de Catalunya, junto a las de Girona, Rovira i Virgili de Tarragona y Pompeu Fabra de Barcelona. Aquella jornada la capital del Segrià y su área de influencia recuperaba una institución que tiene sus orígenes en el antiguo Estudi General, primera universidad fundada en los territorios hispánicos de la Corona de Aragón por el rey Jaume II en el año 1300. Mucho se ha avanzado desde aquel 12 de diciembre de 1991.

En sus inicios, la UdL ofrecía un total de 27 titulaciones (entonces se denominaban carreras o diplomaturas), mientras que el pasado año se llegó a la cifra de 49, así como quince dobles titulaciones. También ha ido ganando alumnos paulatinamente hasta alcanzar los casi 10.800 del pasado curso. Es en definitiva un motor económico y social para Ponent ya que, entre otros aspectos, ha colaborado a hacer posible que el número de titulados leridanos haya crecido de forma espectacular, pasando del 5,2 por ciento de 2001 al 16,9% diez años después, porcentaje que a buen seguro aumentará cuando se haga de nuevo balance al acabar el presente curso.

Sin embargo, y como no podía ser de otra manera, la Universitat tiene aún retos o asignaturas pendientes. En el encuentro organizado por SEGRE con los diferentes rectores que ha tenido la institución, los cuatro coincidieron, con matices, en que hace falta más implicación del mundo empresarial, tanto en dar más apoyo a la UdL como a la hora de contratar a los titulados que salen de ella. Otro de los hándicaps a los que debe hacer frente es el obligado recambio generacional en el personal docente, ya que la edad media del profesorado es de 58 años, un 32 por ciento supera los 60 y solo un 9 por ciento tiene menos de 30 años.

Asimismo, como mal endémico del mundo académico, la falta de financiación también ha conllevado el aumento de la contratación de docentes asociados, cuando esta figura solo se contemplaba como complemento. Sea como sea, nos sumamos a la felicitación a la Universitat de Lleida por estos treinta años y auguramos un futuro prometedor que debe ir parejo al progreso de la sociedad leridana.

El ejemplo de Llavorsí

El ayuntamiento de Llavorsí ha iniciado un proyecto que le permitirá dotar de calefacción central, a partir de biomasa, a todos los edificios públicos, lo que le supondrá ahorrar hasta un 60 por ciento de gastos en energía.

La iniciativa, en un futuro, se ampliará para climatizar también las viviendas privadas, lo que beneficiará al bolsillo de sus vecinos. Es un ambicioso e interesante proyecto que, una vez en marcha, debe ser ejemplo para otros municipios.

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