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“Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios.” Esta acertada frase se atribuye a Abraham Lincoln, quien fue presidente de los Estados Unidos entre 1861 y 1865 y, aunque hayan pasado muchos años, sigue estando vigente. Porque, sin generalizar, muchos representantes de la clase política dan muestra, día sí y día también, de que no están a la altura ni de su cargo ni de la sociedad a la que representan. Podríamos poner ejemplos de personajes de la clase dirigente muy cercanos pero el más escandaloso de los últimos días ha sido el presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev.

Este individuo, sin ningún tipo de filtro y mucho menos empatía, ordenó el viernes al ejército “disparar a matar” contra los participantes en las masivas protestas por el aumento de precio del gas en su país. Asimismo, calificó de “terroristas” a los manifestantes y descartó cualquier tipo de negociación con ellos porque “¿acaso es posible negociar con criminales y asesinos?”. Y si patético es el poco talante democrático del presidente kazajo, a la misma altura se han puesto tanto el líder ruso, Vladimir Putin, como el máximo dirigente chino, Xi Jinping.

El primero, por enviarle un amplio dispositivo militar para “mantener el orden” y el segundo, por darle su total apoyo ante las “fuertes medidas adoptadas”. Parece que no se han enterado, pero mejor sería decir que en absoluto les ha importado que en menos de una semana de protestas hayan muerto más de cuarenta civiles y los detenidos superen los 4.400. Y todo esto ha sucedido en la misma semana que se cumplía un año del asalto al Capitolio norteamericano por parte de seguidores de Donald Trump, aniversario en que quedó aún más patente su protagonismo, o al menos su inacción, en los graves disturbios de Washington para intentar impedir el acceso de Joe Biden a la presidencia estadounidense.

Lejos de entonar algún tipo de mea culpa, Trump ha anunciado que, después de que fuera silenciado por Facebook, Twitter y YouTube, en unas semanas lanzará su propia red social, que se llamará Truth Social, toda una ironía en su caso puesto que en absoluto hizo de la verdad su bandera mientras gobernó.Turismo “de residuos”

Que algunas poblaciones hayan instalado cámaras en puntos de recogida de basura para controlar y evitar que foráneos dejen allí sus residuos denota dos cosas. La primera es que el incivismo está muy patente en nuestra sociedad y, la segunda, que quizá haya que mejorar la información y funcionamiento de este servicio, a la vez que deberían generalizarse los sistemas de recogida para evitar estas diferencias que invitan al “turismo de basuras”.

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