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El sector turístico de las comarcas de Lleida dio por finalizada ayer la temporada navideña con una nota más que satisfactoria, pese a todas las restricciones y vaivenes sociales que está comportando la nueva ola de la pandemia de Covid en la que aún estamos inmersos. Y es que las estaciones de esquí vendieron ni más ni menos que 250.000 forfaits, una cifra superior a la registrada en la misma campaña de 2019-2020, la última que puede considerarse normal antes de la llegada de la Covid, y solo comparable a una de las mejores que se recuerdan, la de 2013-2014. Y si las pistas han atraído a tanto público, también este ha respondido a hoteles, apartamentos y turismo rural, alcanzando una ocupación del 70 por ciento.

La otra cara de este balance sería para los restaurantes que, a causa de las limitaciones de aforo impuestas con las últimas normativas, no han podido atender a todos los clientes que requerían sus servicios. Todos estos datos evidencian de nuevo la importancia del sector turístico para la economía de Lleida y los atractivos, cada vez más abundantes y mejor cuidados, que suponen para los visitantes nuestros paisajes, elementos arquitectónicos, cultura en general y, por supuesto, gastronomía.Llegan los Next Generation

Ante esta realidad resulta interesante y da alas al optimismo comprobar cómo los fondos Next Generation, las ayudas europeas que deben servir para paliar los efectos de la pandemia en la economía, impulsarán al sector turístico para hacer realidad proyectos de todo tipo. Ayer dábamos cuenta de algunos de ellos, como es el caso del que promueve el Consorci Segre Rialb que, presupuestado en 2,5 millones, contempla la compra de un catamarán impulsado por energía solar que recorrerá el embalse en una ruta con paradas en ocho embarcaderos, así como la adquisición de bicicletas eléctricas.

La Diputación, también con los fondos europeos, prevé asimismo instalar dispositivos electrónicos en 84 puntos de espacios naturales para contabilizar y controlar la afluencia de visitantes a estos parajes. Por su parte, La Vall de Boí proyecta mejorar las infraestructuras de su conjunto de iglesias románicas declaradas Patrimonio de la Humanidad para hacerlas accesibles a personas con cualquier tipo de discapacidad, así como impulsar un sistema de movilidad más sostenible en el Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Estas son solo algunas de las actuaciones previstas en Lleida y el Pirineo en una etapa de relanzamientos tras el parón en todos los sentidos que supuso la llegada de la pandemia hace ya casi dos años.

El manido dicho de que toda crisis puede transformarse en oportunidad ahora tiene visos de hacerse realidad.

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