EDITORIAL
Vuelta a clase y antígenos
La vuelta a clase tras las vacaciones navideñas ha coincidido con la expansión de casos de Covid por la variante ómicron y los problemas consiguientes en caso de detectarse positivos entre los alumnos o profesores. En principio, no se han registrado mayores problemas aunque habrá que esperar a ver el número de positivos y su incidencia en las aulas, tras las últimas modificaciones, en el sentido de que se reducen las cuarentenas y el aislamiento que se aplicará en los casos en que haya más de cinco positivos por grupo, con el compromiso de Educación de que se cubrirán todas las bajas de corta duración entre el profesorado al día siguiente de notificarse y que se ofrecerá un test de antígenos gratis a los alumnos si hay un positivo en su clase. Queda por resolver, en el supuesto de que se multipliquen los casos entre los más pequeños, el problema de quién cuidará a los hijos, porque, según la normativa vigente, los padres con la pauta de vacunación completa no pueden pedir la baja laboral si sus hijos tienen que acogerse a la cuarentena preventiva y solo pueden pedirla en caso de agravamiento de la enfermedad que requiera hospitalización.
Si tienen la pauta de vacunación completa, ni siquiera tienen que aislarse y pueden pedir a la empresa la adaptación de su jornada laboral, el cambio de turno o el teletrabajo, pero es una cuestión a negociar con la empresa, mientras que paradójicamente quienes no están vacunados y tienen un hijo que ha dado positivo sí tienen que guardar cuarentena y pueden pedir la baja laboral. Es una forma de premiar a quien no ha sido solidario y, como han denunciado algunos padres, es contradictorio con las campañas para que todos nos vacunemos. Cabe esperar que se afronte el tema, aunque sea con retraso, y que no salgan perjudicados quienes han cumplido con las recomendaciones, aunque las normas administrativas sobre el coronavirus volverán a aplicarse también en esta cuestión con retraso respecto a lo que sucede en la práctica.
De la misma forma, ha llegado tarde el anuncio del presidente del Gobierno de que se regularan los precios de los tests de antígenos. Es una medida razonable, pero se ha aprobado después del aluvión de pruebas que se han hecho durante las fiestas navideñas y en las que todos hemos podido comprobar la fluctuación de precios, que han ido desde los tres euros hasta los quince en algunos casos, según la demanda, e incluso con problemas de abastecimiento. Se ha repetido una historia similar a la que ya vivimos con las mascarillas cuando empezaron a ser obligatorias y lo correcto hubiera sido fijar los precios de los antígenos o suministrarlos gratuitamente como han hecho otros países en casos determinados, y no dejar que fluctuara su precio en función del mercado.
Es un producto necesario y se ha tardado demasiado en regular su importe.