EDITORIAL
Lear, veinte años después
El 8 de febrero de 2002, Lear anunciaba a sus 1.173 trabajadores que cerraba su planta de Cervera, una de las industrias más grandes de Lleida. La decisión de la multinacional afectó de forma grave la economía del llano de Lleida y abrió un periplo de 9 meses de movilizaciones y protestas. Ha llovido mucho desde el cierre de esta empresa dedicada a los componentes para el sector de la automoción, en lo que representó la primera deslocalización de grandes empresas.
De hecho, en 1999, con 2.098 trabajadores, que ya venían de MAI, había sido una de las firmas con más trabajadores de Lleida. Las multinacionales optaban por mercados de trabajo más económicos porque si un empleado de Cervera cobraba unos mil euros al mes, el sueldo en Polonia, donde se trasladó la línea de Volvo, no superaba los 400 euros. Fue un duro golpe para miles de familias de toda la provincia porque un total de 142 empresas de diversos sectores se vieron perjudicadas y se acogieron a las subvenciones de la Taula de Reindustrialització que repartió 6,8 millones de euros.
Hay que destacar también que casi medio centenar de trabajadores se recolocaron en la sede de Lear en Valls, y otros 50 en el grupo bonÀrea de Guissona, entonces en plena expansión y con un capital humano de casi 2.000 trabajadores, que en la actualidad supera ya los 5.000 y que también absorbió buena parte de los empleados de L’Agudana, que también pasó a la historia en el año 2010. Las lecciones aprendidas con el fin del gigante de la automoción eran evidentes entonces y se mantienen vigentes hoy en día. La primera es que las multinacionales, por muchas buenas intenciones y estructuras que tengan, MAI era un ejemplo de trato y personalización de sus empleados, tienen como único objetivo la rentabilidad y si la mano de obra es más barata en otros lares, ni ayudas públicas ni sindicatos pueden evitar su marcha.
Nissan, en Barcelona, es un ejemplo reciente de esta filosofía empresarial. Por tanto, resulta evidente que tanto las administraciones locales como las de la Generalitat o estatales deben apostar por incentivar el asentamiento en el territorio de todas aquellas industrias con arraigo, tradición o proyección de futuro allá donde vayan a instalarse. Lo era entonces y lo es hoy en día.Canguros públicosEn el año 2008, la conciliación de la vida laboral y familiar era uno de los temas más debatidos en todos los ámbitos laborales y políticos por la incorporación definitiva de las mujeres a los trabajos fuera de casa.
La crisis económica y mil y una vicisitudes posteriores han ido relegando un tema vital para la igualdad de oportunidades y el anuncio hecho el otro día por la consellera de Igualdad es una gran noticia para recuperar el tiempo perdido.