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Los promotores del complejo comercial de Torre Salses han presentado su proyecto con una inversión prevista de 120 millones y la creación de mil empleos y la Paeria ha reiterado su oposición porque no es su proyecto comercial, porque desertizará el Eix Comercial y porque lo presentado prevé muchas tiendas pequeñas y no medianas superficies como se contemplaba en el convenio suscrito con la anterior Paeria. Hasta ahora, el ayuntamiento actual ha ido colocando obstáculos legales al proyecto como las dificultades para financiar el vial, la caducidad de los expedientes o la copropiedad de los terrenos, que tienen que acoger el área comercial con la Paeria como titular del 13,8 por ciento de estos. Los promotores replican con la oferta de cofinanciar el vial, presentar recurso de alzada contra la caducidad y ayer anunciaron que, acogiéndose al Código Civil catalán, ofrecen por la finca de la Paeria el doble de la tasación independiente efectuada para convertirse en propietarios al cien por cien de los terrenos.

Y acaban advirtiendo que, de persistir la Paeria en su actitud obstruccionista, ejercerán las acciones pertinentes, incluida la reclamación de indemnizaciones por los perjuicios sufridos, mientras solicitarán la licencia comercial que tiene que conceder la Generalitat. Estamos ante un conflicto que a día de hoy no parece tener vías de solución entre los promotores y la Paeria, con posturas enfrentadas, y todo apunta que acabará dirimiéndose en los tribunales con consecuencias absolutamente imprevisibles en estos momentos. Llegados a este punto, hay que preguntarse si el proyecto es beneficioso para los ciudadanos de Lleida, si es positivo para mejorar la oferta comercial de la ciudad y captar nuevos mercados o si, como dice la Paeria, desertizará el Eix Comercial y acabará por hundir el pequeño comercio del centro.

También es oportuno recordar que todos los proyectos de nuevas instalaciones, desde la ya lejana apertura del Pryca, han encontrado rechazo pese a que después han acabado creando nuevas zonas comerciales, que los establecimientos tradicionales del Eix se han convertido en franquicias y que el comercio, como todos los sectores, vive profundas transformaciones y que el proteccionismo tampoco salva a quien no tiene la suficiente capacidad de adaptación. De la misma forma, es legítimo que cada partido defienda su propio modelo comercial y más cuando la cuestión se convirtió en bandera de quienes ahora gobiernan la Paeria en la última campaña electoral. Pero, por encima de opiniones sectoriales y políticas, ha de estar el imperio de la ley: los promotores han de cumplir los requisitos marcados por la normativa vigente y los gobernantes tienen derecho a marcar sus exigencias, pero tienen que acabar por cumplir la ley.

Y tal como está la situación, todo apunta a que la última palabra la tendrán los jueces. .

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