EDITORIAL
Las sanciones hacen daño a Putin
Cinco días después de que Putin decidiera invadir Ucrania, se atisban elementos de que la situación no evoluciona tal como había previsto el sátrapa ruso. De entrada, la guerra relámpago que preveía con una ocupación inmediata del país en 72 horas no se ha concretado porque la resistencia ucraniana está siendo más fuerte de lo previsto y de hecho las tropas rusas no han conseguido ocupar ninguna de las grandes ciudades y además la Unión Europea ha garantizado apoyo militar al régimen de Kiev. En segundo lugar, la condena mundial ha sido unánime y Rusia, al margen de países satélites como Bielorrusia, no ha conseguido ningún respaldo, con mucha ambigüedad por parte de China y condena frontal por parte de países habitualmente tibios como Alemania, que pese a su dependencia del gas ruso se ha comprometido a enviar armas a Kiev, o Suiza, que ha secundado las sanciones financieras.
En tercer lugar, desde Moscú ya se reconoce que las sanciones económicas con su exclusión del Swift, el mecanismo financiero de intercambio, están haciendo daño y provocando ahogo económico que se ha traducido en que la cotización del rublo se ha hundido un 30 por ciento, que el Banco Central ruso ha tenido que subir los tipos de interés hasta un 20 por ciento y que el control de las fortunas rusas y sus propiedades en el exterior preocupa a las empresas y los millonarios estrechamente vinculados a Putin. A esto hay que añadir que en Rusia se detecta oposición interna a la guerra y que también está perdiendo la batalla de la información con el cierre de sus aparatos de propaganda en Occidente, su expulsión de acontecimientos deportivos y culturales y la movilización de los refugiados ucranianos que ha convertido el “No a Putin” en un mensaje universal. Teniendo en cuenta los antecedentes y el mismo carácter de Putin, no parece que sean elementos decisivos para que rectifique su política, pero sí pueden ayudar a buscar una salida y es un avance que una delegación rusa negocie con otra ucraniana.
Evidentemente, no se han conseguido resultados en la primera reunión, aunque Ucrania admitió ciertos avances, pero es un paso que haya negociaciones y que se mantengan. Ciertamente, también hay indicios negativos como la implicación de Bielorrusia en el conflicto al lado de Putin o sobre todo la amenaza rusa de movilizar su fuerza nuclear, que tanto puede ser interpretada como una escalada del conflicto como una muestra de nerviosismo y debilidad, pero en los dos casos es preocupante. Y queda el drama de los muertos por el ataque y de los refugiados, medio millón según la primera estimación de Naciones Unidas, que han abandonado el país y que buscan refugio en los países occidentales, además de consecuencias económicas que nos afectarán a todos y que representarán un empobrecimiento y un freno a la recuperación.
A esto nos ha llevado Putin.